En 1768, hace más de 250 años, una niña de apenas doce años de edad fue nombrada regidora honoraria de Cádiz por el Ayuntamiento de la ciudad. 

La pequeña, nacida en 1756, se llamaba Rosario Cepeda y Mayo, hija de Francisco Cepeda y de Isabel Mayo. Él, regidor y caballero de Calatrava.

Tras haber dado muestras de su inteligencia y capacidad de razonamiento, algo que en esa época se ignoraba de las mujeres, cuya única misión era cuidar a su marido y procrear descendencia para él, la pequeña Rosario Cepeda participó en un examen donde demostrar sus conocimientos.

Frente a numeroso público, y con la presencia de una nutrida representación de las autoridades civiles y religiosas de la ciudad, la niña de doce años tuvo que demostrar sus conocimientos en numerosas materias. Desde francés y latín (algo más propio del sexo débil en esa época) a la gramática, geografía, geometría o historia (conocimientos reservado para los varones).

Rosario Cepeda no solo salió airosa de esta prueba. Los resultados fueron tan positivos que el Ayuntamiento decidió nombrarla regidora honoraria de Cádiz. Y encima, con derecho a pensión.

Aprovechando el viento a favor, su padre intentó que fuera admitida en la Real Academia Española, una propuesta que fue rechazada por la falta de precedentes.

En los datos biográficos recogidos por la Real Academia de la Historia, se relata su marcha a Madrid y después a Nuevas España, en las colonias americanas, tras casarse con Pedro Fernández de Gorostiza. 

Retorna a la capital tras quedar viuda, jugando un papel relevante en la Junta de Damas de Honor y Mérito. Su hermana Francisca formará parte de la Junta de Damas ya constituida en Cádiz, donde tendrá un papel relevante en la mejora educativa de las mujeres.

Rosario Cepeda llegará a ser secretaria de la condesa de Montijo. 'Elogio a la Reina' ( 1797) fue su única obra publicada. Murió en Madrid en 1816.

El Museo de las Cortes de Cádiz ha restaurado el retrato al óleo que se expone en sus dependencias.