Encontrar la magia en Zahara de los Atunes es muy fácil y por eso la Red de Pueblos Mágicos de España ha incorporado a esta localidad como nuevo Pueblo Mágico oficial. De esta manera, con este ya son cuatro los pueblos gaditanos que cuentan con este reconocimiento; Bornos, Chipiona y Villaluenga del Rosario.

Esta Red es la más importante de España en promoción territorial y turística, de la que también forman parte Cangas de Onís, Cambados, Luarca, Icod de los Vinos o Madrigal de las Altas Torres, entre otros 126 Pueblos Mágicos acreditados oficialmente.

Zahara de los Atunes ha adquirido este reconocimiento gracias a la calidad de los servicios turísticos que presta, por la extraordinaria conservación de sus enclaves naturales como sus playas, dunas litorales y el río Cachón; pero también por su gastronomía basada en un producto tradicional y de calidad única como el atún rojo de almadraba.

Vistas de Atlanterra

Su casco urbano está envuelto por la magia de un pueblo sencillo de cal y flores que guarda en su corazón unas murallas antiguas que fueron fortaleza de defensa contra los piratas. Las mismas que fueron chanca para salar el atún en tiempos pasados y que dieron lugar al antiguo Palacio de las Pilas, junto al océano y que este espacio histórico hoy sirve de mercado artesanal y festivales de jazz.

Zahara de los Atunes es azul, su inmensa playa de arena dora conserva sus dunas litorales y encallado en el siglo XIX, a merced de las olas, se encuentra el viejo vapor inglés Gladiator con matrícula de Glasgow que se dirigía hacia Liverpool, pero quedó para siempre enterrado en el Atlántico. Otro de los lugares más especiales es el Búnker que se encuentra entre la playa de Atlanterra y la de los alemanes, de los años 40. Era utilizado como vigía y defensa ante una posible invasión por mar.

Esta villa marinera guarda su magia en la milenaria almadraba que sale al paso de los atunes rojos y lleva a la mesa sabores de una tierra milenaria. Quien pisa Zahara de los Atunes siempre sueña con volver y algunos querrían quedarse para siempre para disfrutar a diario de los mágicos colores de los atardeceres y el mar.