Con la Venia

Bienquedismo bueno bien. Por Fernando Santiago

BIENQUEDISMO BUENO BIEN. Si el principal objetivo del alcalde es quedar bien con todos los ciudadanos, algo saldrá mal. Es imposible contentar a todos a la vez, hay decisiones que a unos les parecerá bien y a otros les parecerá mal, por mucho esfuerzo que se haga. Hemos tenido el ejemplo con los cambios de opinión en los concerniente al nombre de las calles. Hasta en cuatro ocasiones el PP cambió su punto de vista sobre algo que, dijo el alcalde, no iba a hacer jamás: poner el acento en cuestiones más formales que reales, que no mejoran la vida de la gente. Así si vienen tres firmas para un hostelero, pues nos inventamos una calle y ya está. Si decidimos cambiar una calle pero la tertulia cofrade y de Vox El Último Tramo piensa otra cosa, se cambia. Si se cambia Chile por un ingeniero pero alguien protesta, vuelve a Chile, pero el Colegio de Ingenieros protesta también, pues mitad para uno y mitad para otro, Salomón en estado puro. Mayor ridículo es imposible, una falta de criterio asombrosa. No solo el Equipo de Gobierno carece de criterio, es que los ciudadanos pagamos con nuestros impuestos a un cúmulo de asesores que no saben ni dónde tienen la mano derecha, bueno esa mano quizás sí, la otra es la que no saben dónde está. Todo esto cuando se pasa al cobro la segunda parte del IBI anual, para el que no se haya dado cuenta. Pagamos con nuestro dinero a una legión de inútiles que no sirven para nada, siento ser tan contundente. Es verdad que el Kichi y el kichismo no le fue a la zaga, pasamos de que el alcalde retirase el crucifijo en su toma de posesión a darle medallas a una virgen o en asegurar que salía todos los años en la penitencia del Nazareno, no podía ir a ponerle el bastón a esta imagen pero visitaba a todas las cofradías durante la Semana Santa, defender una escuela laica y luego ir a beber cerveza mientras ve la salida del Cristo de la Palma. Una empanada mental en la estela de los actuales gobernantes. Debe ser la desgracia de Cádiz, que nos gobiernen quienes no saben lo que quieren. Y todo eso en una ciudad que no tiene calles nuevas, que todo es inventarse espacios, partir calles, darle nombre a callejones sin portales y otras tonterías por el estilo. Vamos subdividiendo las calles casi como decía Parménides de Elena sobre Aquiles y la Tortuga como ejemplo práctico de que el movimiento no existe, es una mera ficción. Seguiremos inventándonos calles, creando nuevos lugares, y así iremos quedando bien con todos los que recogen firmas , los que proponen cosas o los cofrades influencers que se sienten dueños de la ciudad porque al fin y al cabo han llegado los suyos, que los otros eran unos okupas del Ayuntamiento. Ya lo que cantaron Los Pequeños Cantores del Viena hace 43 años . Fernando Santiago.