La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Disparo amigoPedro, el inocente

Nos espera un fin de semana de enaltecimiento al líder. Veremos cómo sale del entuerto

Pedro Sánchez ha salido de caza. Entre la oscuridad de la madrugada ha disparado a su pieza amiga, pero hasta que amanezca no sabrá si el tiro ha sido certero o el animal ha podido eludir la muerte. Sánchez dice que se toma unos días para reflexionar si seguir como presidente le merece la pena o no. Esto es mentira, otra más de las suyas. En su ADN está el ir utilizando todas las estrategias posibles para mantenerse en el poder cada vez que le tiembla el sillón. El manual de resistencia tiene un límite. Y como se le acaban las balas ha cogido la de oro, aquella con la que vas al todo o a la nada. Esa es de su mujer, a quien está utilizando, para intentar ablandar los corazones de quienes se lo permitan. Este órdago a la grande no va contra la derecha o ultraderecha, como él dice. Va contra Puigdemont, contra ERC, contra Junts, contra Otegui, que son quienes se enfrentan a su sanchidad diciéndole la verdad a la cara. Es la que en realidad no controla y la duele. Aunque el presidente en el limbo culpe a sus opositores cada vez que le colocan frente al espejo, son sus socios de gobierno los que le tienen harto. Cada vez que la diputada de Junts Míriam Nogueras, le esputa, Sánchez aprieta la mandíbula porque sabe que tiene que aguantar. Cada vez que Rufián le pregunta, como lo hizo el pasado miércoles, responde con aparente control. Cada vez que Puigdemont y Pere Aragonés, le dicen que lo que buscan es la independencia de Cataluña, calla. Cada vez que Otegui no reconoce su naturaleza terrorista, Sánchez blanquea a Bildu. En este penúltimo órdago a la grande, Pedro Sánchez no se ha ido a meditar su futuro en la Presidencia, les ha puesto a pensar a sus socios de gobierno: la cuestión es, o dejáis de soltar las verdades en el hemiciclo y me dejáis gobernar en paz siguiendo mis normas. Sánchez ataca a la oposición con un disparo, pero para matar al otro. Para acallar a quienes empiezan a delatar que son más inteligentes que él. Sánchez sí está debilitado porque en la calle se le grita, puesto que se le conoce. Se va fuera de España para disimular la pérdida de votos a chorros, desde las municipales hasta las vascas y teme a las europeas. Sí, presidente, esa es su estrategia: meter en su vereda a sus socios proetarras e indepes para que le dejen gobernar en paz. Nos espera un fin de semana de enaltecimiento al líder. Veremos cómo sale del entuerto en el que él mismo se ha metido: si se va, es porque hay algo grave que sabe y nos oculta. Si se queda, estaremos atentos a una de sus hábiles filigranas.

NO me fío de Pedro Sánchez. Hace tiempo que el presidente se encargó con denodado esfuerzo de perder la credibilidad. Allá quien quiera creerse la enternecedora alusión a su estado de hombre enamorado. El poder corrompe todo, como el dinero lo ensucia todo. Donde hay poder y dinero no suele haber sentimientos, sino intereses. Tal vez uno forme parte del porcentaje de españoles desconfiados, de esos que de vez en cuando reflejan los sondeos de Tezanos, ese hombre. Hay quien vende su alma al diablo por permanecer subido al machito. Y si tuviera dos almas vendía las dos. La vida pública está degradada porque todos los partidos se han empeñado en el objetivo. El presidente del Gobierno pide respeto. Sus afines, que tiene muchos más de los que algunos se imaginan, añoran ahora una perspectiva humana de la política, denuncian que jamás se ha atacado a un político como a Pedro Sánchez y piden que se deje fuera a la familia. No recuerdan la crueldad con la que la entonces oposición socialista erosionó a Suárez. Se olvidan del final del felipismo y aquella maniobra de acoso y derribo. Todos los que invocan la democracia para justificar pactos parlamentarios con los legatarios de ETA y con el separatismo confeso no se acuerdan de que la fiscalización del poder en todos sus órdenes y ámbitos también forma parte de la democracia. Solo el Papa es infalible. Y ya ven, por cierto, cómo le arrean los suyos. Dicen que jamás se ha arremetido contra un presidente con la saña que sufre el actual, cuando en realidad lo que nunca hemos visto es a la mujer de un jefe del Gobierno firmando cartas de recomendación para que una empresa sea subvencionada por acuerdo del consejo de ministros que preside su marido. Cuando menos no es estético, ni adecuado, ni procedente. Piden un trato benévolo y especial para quien se ha mofado del líder de la oposición desde la tribuna del Congreso. El presidente se comportó como si fuera el líder de una pandilla que ridiculiza al gordito, al que tiene gafas o al que luce un lamparón de chocolate en la camiseta. El verdadero respeto no se impone ni se exige, se lo gana cada uno en su ámbito desde el primer minuto. Y en el caso de un presidente del Gobierno se adquiere con sentido de Estado, altura de miras y perfil institucional. Sánchez ha degradado el cargo porque probablemente se siente más cómodo con el estilo de forofo que con el de presidente de todos los españoles. Rajoy lo clavó con el título de su libro, porque esta política no es para adultos. Quien quiera creerse la epístola de Pedro está en su derecho. La inocencia es un blindaje. Yo sigo creyendo en los reyes magos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios