Fútbol El Cádiz CF, muy atento a una posible permanencia administrativa

Nuevo golpe de efecto: ¿el último?

En un hecho sin precedentes, el presidente anuncia una posible dimisión a cinco días vista tras la apertura de diligencias penales contra su esposa

PEDRO Sánchez tiene acostumbrado al país a los golpes de efectos y a los cambios brusco de guion. Pero lo ocurrido este miércoles supera todo lo visto hasta ahora y coloca al país en una situación de absoluta incertidumbre. En un hecho que no tiene precedentes en la historia democrática de España, ha dirigido una carta a la opinión pública en la que denuncia que está siendo sometido a un acoso permanente y anuncia su posible dimisión a cinco días vista. Se emplaza a una comparecencia el lunes 29 para comunicar si sigue en la Presidencia o abandona el cargo. La decisión de un juzgado de Madrid de abrir diligencias por supuesto tráfico de influencias contra su esposa, Begoña Gómez, plantea un escenario que podría ser complicado para Sánchez. Pero que ni de lejos justifica una toma de postura como la que este miércoles convulsionó la política española. Sobre todo, porque, a no ser que existan elementos hasta ahora desconocidos, el recorrido penal de la denuncia presentada por el sindicato ultra Manos Limpias será escaso. Puede suponer más un problema personal, por ponerse entredicho por parte de un juez la honorabilidad de la persona con la que comparte su vida, que político. Pero por encima de estas circunstancias, que sólo se aclararán con el paso de los días, la carta de Pedro Sánchez supone, además, un sorprendente desprecio a las instituciones. Las dimisiones, o en este caso la posibilidad más o menos inmediata de una renuncia, no se anuncian en las redes sociales. Hay mecanismos constitucionales que implican al Rey y la Congreso de los Diputados, que el presidente ha ignorado por razones que sólo él podrá explicar. Lo cierto es que Pedro Sánchez ha creado una situación que complica hasta extremos difícilmente imaginables una coyuntura política ya de por sí bastante confusa, con unas trascendentales elecciones catalanas a dos semanas vista. El presidente ha vuelto a poner patas arriba la política española. Abre un escenario cuyas consecuencias quizás no sea capaz de controlar. ¿Será su último golpe de efecto?

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