Pedro Virgili en Cádiz: su testamento y la historia de su esclavo
Historia de Cádiz
El Archivo Histórico Provincial de Cádiz revela los documentos que guarda sobre el gran artífice de la creación, hace 275 años, del Real Colegio de Cirugía
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Cádiz/El Archivo Histórico Provincial de Cádiz aprovecha sus ricos fondos documentales para unirse a la conmemoración del 275 aniversario de la creación del Real Colegio Cirugía de Cádiz. Lo hace dedicando su último documento destacado a Pedro Virgili, el médico tarraconense que se afincó por azares de su vida en Cádiz y que se convirtió en un elemento fundamental para la creación del colegio, germen de los estudios de medicina en Cádiz y en España, y su posterior consolidación. El Archivo gaditano ha rescatado un testamento de Pedro Virgili, un poder para testar y un documento que muestra un litigio por un esclavo de su propiedad. El documento destacado, que firma Avelina Benítez Barea, se puede consultar por internet y también en la exposición abierta ya en el patio de la Casa de las Cadenas, sede del Archivo Provincial.
Allí se custodian un testamento redactado en Cádiz el 10 de noviembre de 1735, ante el escribano Fernando Ruiz Yáguez; un poder para testar recíproco entre Pedro Virgili y su mujer, Juana Roland, redactado en Cádiz el 21 de diciembre de 1755 ante el escribano Matías Rodríguez, y una fianza de cárcel segura de Virgili contra Joseph Romano, en diciembre de 1752, por un esclavo.
Del análisis de estos legajos, que se pueden consultar en la exposición del archivo, establece el documento destacado que Virgili fue: “Un hombre de su tiempo, con sus luces y sus sombras, preocupado por la ciencia y el progreso y gracias al cual la medicina y la cirugía avanzan notablemente en la España del siglo XVIII, pero también un hombre que tiene esclavos, que se relaciona dentro de un círculo privilegiado y estricto, que promociona a sus familiares y amigos y para el que los lazos y las redes sociales que se tejen entre ellos condicionan muchas de sus acciones”.
Virgili se presenta, ante todo, como un hombre creyente, como demuestra el discurso religioso que encontramos en la primera parte del testamento: Aunque pueda parecer una manifestación un tanto estereotipada de la religiosidad imperante, un discurso al uso con el que debían comenzar este tipo de escrituras de última voluntad, no deja de reflejar, sin embargo, un sentimiento y unas creencias fuertemente arraigadas”.
También destaca el peso de la familia y los compañeros de profesión: “Esto se advierte en todo lo referente a las disposiciones piadosas en torno al funeral, entierro, misas y legados, dejando a voluntad de sus albaceas, familiares o compañeros de profesión, y en la mayoría de los casos, ambas cosas a la vez, estas cuestiones en la confianza de que lo van a hacer bien y van a seguir sus directrices”.
“Cabe también prestar atención -explica el documento- a los lazos indisolubles que presenta con su familia residente en Tarragona y al concepto de ‘patria’ al que alude en varias ocasiones. Nunca se desvincula de sus orígenes, bien sea dejando como herederos a sus padres y hermanos o procurando el mantenimiento de su madre si él fallece; incluso, planteando la posibilidad de que su esposa se traslade con ellos si él faltase”.
Aunque de orígenes humildes, gracias a sus méritos en 1754 el Rey Fernando VI le concede “Privilegio de Nobleza y Fuero de Hijodalgo” para sí y sus descendientes, señalándose el escudo de armas y el blasón que la familia Virgili podría usar, lo que desde el Archivo se señala que demuestra que los estamentos sociales de la época no eran del todo inamovibles.
Los documentos permiten descubrir también las “prácticas endogámicas” en la familia de Virgili y su entorno, que ocupaba los cargos principales en el Real Colegio de Cirugía de Cádiz: casi todos emparentados entre sí de distinta forma.
Y la historia del esclavo que se adivina en el texto de la fianza: “En este documento, Joseph Romano, vecino y del comercio de Cádiz, declara que compró para Pedro Virgili un esclavo turco llamado Francisco Joseph, en 100 pesos escudos de plata, el cual, ya estaba sirviendo al citado Pedro Virgili. No obstante, la madre de dicho esclavo se había presentado ante el intendente general de la Marina con diversos documentos que verificaban que su hijo era libre y no debía haberse vendido. A la vista de los documentos, se mandó informar a Pedro Virgili y depositar al referido esclavo en la cárcel mientras todo se aclaraba. Dado que Francisco Joseph se resentía de su estado de salud, su madre ‘instaba a la cristiana compasión’ a que se le dispensase bajo fianza carcelera o, en su defecto, por los 100 pesos en los que se compró, en tanto se decidiese o no su libertad. Se acordó dar traslado a Virgili de dicha petición y en cuanto a la fianza, Romano se compromete a hacerse cargo del citado esclavo y a responder por él, para restituirlo a prisión siempre que se le ordene, y a pagar los 100 pesos que intervinieron en su compra. Desconocemos el resultado final del litigio y la suerte que pudo seguir el esclavo”, aunque queda claro que poseer un esclavo era signo de “prestigio social”.
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