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La configuración urbanística de Cádiz ha experimentado en las últimas décadas modificaciones muy significativas que, a su vez, han permitido cambios en materia de tráfico. El ejemplo más palpable, sin duda, es la avenida ganada para la ciudad con el soterramiento de la vía del tren. Pero al amparo de este logro, que eliminó la férrea frontera que dividía barrios unidos por pasos a nivel y pasarelas poco estéticas, Cádiz ganó la posibilidad de contar con una amplia avenida transversal para comunicar la ciudad desde el Paseo Marítimo hasta el entronque del segundo puente, facilitada también por los terrenos ganados en Astilleros y en los cuarteles de Varela. Una avenida, por tanto, llamada a agilizar la conexión a lo ancho de una ciudad acostumbrada a moverse a lo largo. Pero un tiempo después de que esta vía, urbanizada a trozos, se haya completado mantiene aún importantes carencias que impiden que los vehículos, también los del servicio público, puedan aprovechar totalmente una infraestructura que, por varias razones, es aún una asignatura pendiente, una más, de la capital gaditana.
Esta vía transversal de aproximadamente un kilómetro de longitud tiene varios nombres en su recorrido, igual que ocurre con la avenida principal. En este caso, plaza Asdrúbal, avenida Constitución de 1812 y avenida de Huelva. Una vía que tiene hasta siete cruces regulados por núcleos semafóricos complejos que, hay que reconocerlo, no deben ser fáciles de regular ni de sincronizar y cuyo buen funcionamiento depende muchas veces de la densidad de tráfico de cada momento.
Pero es una avenida, la transversal, que sólo se puede recorrer completa en un solo sentido: desde el Paseo Marítimo hasta el segundo puente. Y aquí, en este punto, se descubre una de las carencias de la vía en materia de agilidad del tráfico. En el sentido contrario, desde el segundo puente hasta el final de la plaza Asdrúbal, la transversal se corta de raíz al desembocar en la avenida de Andalucía, donde desde el principio, y este tramo fue uno de los primeros en construirse, no se puede ni seguir de frente hacia Asdrúbal ni girar hacia la izquierda. Únicamente se permite, tras el correspondiente stop, circular hacia la derecha, en sentido al casco histórico.
¿Falta aquí un semáforo? Pues parece que sí, que este importante núcleo semafórico en el entronque de la vía principal de la ciudad sería más útil si un semáforo permitiera el giro a la izquierda y seguir de frente sin que para ello haya que recurrir a cambiar de sentido a través de la calle Doctor Gómez Plana. Da la impresión de que esta circunstancia resta efectividad a la vía como carretera transversal completa.
Hay que reconocer que los responsables municipales de tráfico tendrían que afinar mucho la frecuencia de paso de los vehículos y de los peatones si a este cruce se le añade un nuevo semáforo. No es fácil, pero no es nada nuevo: muchas ciudades lo tienen (en Sevilla abundan) y Cádiz, sin ir más lejos, también cuenta con algunos como en el entronque de Marconi con la avenida de la Sanidad Pública. E incluso en la propia transversal, en los otros cruces que tiene la avenida hasta entroncar con el puente de la Constitución.
El primero de ellos es el cruce de la avenida de la Constitución 1812 con la calle Pueblo Gitano, en el que se permiten todos los giros posibles con distintas aperturas y cierre de los semáforos. Y un poco más adelante, en la confluencia con García de Sola. Es verdad que en estos dos cruces, las calles que confluyen longitudinalmente tienen un solo sentido de la circulación, lo que facilita los giros y permite que los semáforos regulen el paso incluso con luces intermitentes que vienen a funcionar como un ceda el paso.
Pero no sucede así en la confluencia entre la transversal y la avenida de la Sanidad Pública. Un doble cruce atravesado por una isleta central que facilita la distribución del tráfico y que también juega con los tiempos de paso y de detención de vehículos de una manera especial, pues hay dos carriles por sentido y los giros están todos permitidos.
Aunque, desde hace tiempo, el segundo cruce de esta confluencia se encuentra cerrado en sentido al puente cuando hay obras en el edificio que se está construyendo en la transversal. Los operarios cortan los dos carriles para permitir maniobras y el estacionamiento de camiones, lo que obliga a los conductores a realizar un largo recorrido para alcanzar la avenida de Huelva. Y una obra, por cierto, que tiene ‘secuestrada’ una parte de la calle Cooperativa que se utiliza casi como almacén de materiales.
Y queda en esta transversal un cruce complejísimo: el que enlaza la avenida de Huelva con la avenida de San Severiano. Un doble cruce en verdad (el segundo sirve para entrar en la barriada de la Paz) que tiene mucho de galimatías para un conductor que no conozca la ciudad y que se articula en torno a núcleos semafóricos, isletas para dar continuidad al paso de peatones, algún ceda al paso y un giro prohibido a la izquierda, desde San Severiano a la avenida de Huelva, que sólo está permitido para el autobús urbano pero que los coches se saltan con excesiva y peligrosa frecuencia.
Antes de llegar a la rotonda del segundo puente hay un pequeño núcleo semafórico para otro paso de peatones y para permitir la salida del parking del centro comercial.
Una avenida, pues, ya completada en su urbanización pero que tiene aún algunos retos para que su utilidad sea completa y deje de ser una asignatura pendiente. Algo más de agilidad y claridad en algunos cruces y, sobre todo, el nuevo semáforo en la avenida de Andalucía. Entonces, incluso el transporte público podrá utilizar con sentido esta vía, con alguna nueva parada, entroncando de verdad líneas de autobuses ahora paralelas y que podrían facilitar el transbordo de pasajeros mejorando el uso del transporte colectivo y aliviando con ello el tráfico particular, que falta hace.
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