El calvario del autobús urbano en Cádiz: otro verano, mismo servicio

Colas en las paradas con esperas excesivas, vehículos llenos de viajeros o trayectos sin aire acondicionado evidencian aún más las carencias de un pliego caducado y una flota antigua

Autobuses urbanos de Cádiz cumplen 25 años de servicio

Varias personas aguardan su turno para subir al autobús en la primera parada de la línea 1. / Miguel Gómez

Una vez más, un verano más, las carencias del servicio del autobús urbano en Cádiz han sido visibles. El transporte público en la capital gaditana, cierto es, sufre deficiencias en su funcionamiento durante todo el año, pero algunas circunstancias específicas se agravan en determinados momentos del verano en unos descosidos que no son exclusivos ni de éste ni de los anteriores veranos. El autobús en esta época en Cádiz es generalmente un calvario porque las costuras del servicio, con el pliego más eterno de todos los tiempos, se hacen más evidentes cuando, por ejemplo, el calor aprieta y no todos los autobuses tienen aire acondicionadoo este no funciona bien y cuando los fallos en la frecuencia de paso a determinadas horas enervan a los usuarios que pueden llegar a envidiar (viene exageración deliberada) la comodidad de unas sardinas enlatadas.

Julio y agosto, no es ninguna novedad, son los meses en los que los veraneantes se multiplican. El precio del servicio es felizmente asequible si se paga con bonobús y ello supone un acicate, que de eso se trata, para utilizar el servicio de transporte municipal y evitar que el tráfico de la ciudad sufra más de la cuenta por un excesivo uso del vehículo privado. Pero, claro, el problema surge cuando el servicio que se ofrece no está siempre -que hay horarios en los que sí- no está a la altura de la demanda.

Resulta evidente que una parte de los problemas se encuentra en el anquilosado pliego del servicio municipal de transporte. Un texto casi redactado por los fenicios cuya desfasada vigencia permite líneas lentas y disponer de vehículos cargados de quinquenios (hasta 25 años suman algunos) en los que el aire acondicionado es un suplicio en estas fechas: o directamente no funciona o, si lo hace, emite un molestísimo ruido cuyos decibelos se suman al del cascado motor y convierte el trayecto en una experiencia insufrible. O que las puertas no abran o las rampas para el acceso de discapacitados se atasquen...

En el lado contrario están, eso sí, los seis autobuses híbridos que se siguen repartiendo por todas las líneas, herencia del anterior equipo de gobierno, pero que pueden plantear algunas dudas: ¿no será mejor contar de cara al futuro con vehículos eléctricos y abandonar para siempre el combustible más contaminante? ¿Es obligado que estos nuevos autobuses no tengan puerta trasera o hay modelos en ese sentido más cómodos? 

Y es que uno de los problemas del servicio se produce cuando los vehículos se llenan de viajeros en determinadas horas. Influyen el incumplimiento de la frecuencia de paso en alguna línea, como la 1 por ejemplo, o directamente la muy espaciada e inadecuada frecuencia de otras líneas, como la 2, 3, 5 y 7, pero también en ocasiones es culpa de estos autobuses sin puerta trasera en los que los usuarios no ocupan el fondo del vehículo por temor a quedarse encerrados a la hora de bajar.

Pero esta circunstancia no debe ocultar que la demanda de usuarios en verano, y en muchos momentos del resto del año, es superior al servicio ofrecido por la empresa. Los conductores se las ven y se las desean en ocasiones para subir al vehículo a todos los que esperan en una parada, entre otras cosas porque ya es cada vez más habitual que el autobús salga lleno en algunos momentos en su arranque de la plaza de España. Los conductores, parapetos de las protestas de los usuarios junto a los inspectores, se ven obligados a incumplir la norma y permitir que se acceda al vehículo por la parte de atrás, muchas veces insolidariamente vacía por los viajeros ya subidos al autocar.

Y en un autobús lleno se multiplican las carencias, sobre todo la de los problemas del aire acondicionado si no funciona. Cierto es que hay factores externos que condicionan la frecuencia de paso del autobús, como las circunstancias del tráfico o esos conductores que deciden estacionar su vehículo en la parada impidiendo la entrada del bus. Pero otras veces el incumplimiento viene dado porque el servicio se ralentiza por el aumento de viajeros o porque es imposible que las líneas con trayectos más amplios cumplan con los horarios por las excesivas vueltas que deben dar por la ciudad durante el servicio.

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