La cámara oscura de Cádiz, una aventura luminosa
Turismo y patrimonio en Cádiz
Belén González Dorao repasa su trayectoria al frente del histórico edificio de la Torre Tavira, cuando se cumplen treinta años del alumbramiento del proyecto en el año 1993
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Exposición sobre cine español en Torre Tavira
Cádiz/Fue en 1993, hace 30 años, cuando Belén González Dorao propuso al Ayuntamiento de Cádiz recuperar la histórica Torre Tavira para instalar en su imponente mirador una cámara oscura. La gerente recuerda que la idea iluminó la cara del entonces concejal Rafael Garófano, quien como aficionado a la fotografía intuía el impacto que aquella técnica podría tener en aquel edificio centenario, el punto más alto del casco histórico de Cádiz dedicado a vigilar la entrada y salida de barcos cuando la ciudad dependía del comercio marítimo para mantenerse a flote. El proceso administrativo público se puso en marcha y en diciembre de 1994, el día 22 (“Como si me hubiera tocado la lotería”, recuerda Belén González), el proyecto se hizo realidad y la Torre Tavira recobró vida y utilidad convirtiéndose en un sugerente atractivo turístico pionero en España y, con el tiempo, en un punto de dinamización cultural.
Recientemente, y tras un prolijo proceso de recursos administrativos, el Ayuntamiento de Cádiz volvió a conceder la explotación de la cámara oscura de la Torre Tavira a González Dorao, en detrimento de una segunda empresa que se impuso en la fase inicial de la adjudicación. La actual gerente de Torre Tavira cree, lógicamente, que se ha impuesto la razón tras su recurso porque el proyecto competidor, que Belén González califica de “precioso”, “no era de cámara oscura, no se ajustaba al objeto de licitación”.
La última decisión municipal mantiene la concesión de la cámara oscura a la empresa de la que es gerente Belén González Dorao, quien avanza que continuará alternando en la Torre Tavira, como edificio público que es, el uso turístico y el uso cultural, con los actos que desde hace tiempo, bajo el título ‘Proyectos en altura’, nutren una programación de la que se puede disfrutar cuando el edificio concluye su horario de apertura bajo pago de entrada. Y es que en la Torre Tavira igual caben un exposición (como la que ahora se muestra con dibujos sobre la historia del cine español) que presentaciones de libros, conciertos o espectáculos de Cádiz en Danza, un festival siempre ávido de encontrar nuevos escenarios en la capital y que hace ya algunas ediciones se fijó en la potencialidad de la cámara oscura y de la torre mirador más alta de la ciudad.
“La Torre Tavira es mucho más que un proyecto turístico”, defiende Belén González cuando enumera las actividades culturales que tienen lugar en algunas de las plantas intermedias del edificio o también en su privilegiado mirador. Y recuerda con nostalgia y orgullo los primeros años del proyecto, aún en el siglo pasado, y la evolución registrada por el turismo gaditano desde entonces: “Los primeros tiempos fueron económicamente durísimos, pero a la vez muy bonitos. Aquellos años de Fitur, repartiendo folletos de mano en mano para darnos a conocer; el apoyo de la familia, el económico de mi madre y la publicidad con la firma de mi hermano, de Cadigrafía... Este ha sido mi proyecto de vida, en el que me he volcado por completo desde que comencé con 26 años”.
Belén González Dorao guarda también palabras de reconocimiento a la plantilla de Torre Tavira, al equipo de veinte personas, “fantástico”, que resulta fundamental para que cada día siga funcionando esta iniciativa privada que se desarrolla en un espacio público, y cuyo éxito ha tenido reflejo en la instalación de otras cámaras oscuras donde González Dorao ha participado también de forma activa y con las que mantiene una relación permanente a través de Cámaras Oscuras World.
La instalación de un ascensor, una aspiración nunca olvidada
Casi desde el año 2005 lleva tratando Belén González Dorao de que la Torre Tavira cuente con un ascensor exterior que haga el edificio accesible a todas las personas y que se convierta, además, en una alternativa a los 173 peldaños de escalera que hay que salvar para llegar al techo de la torre mirador. En el año 2013, la empresa presentó un proyecto que fue rechazado. ¿Proyecto olvidado? Para nada si nos atenemos a la respuesta de González Dorao: “No está olvidado, soy una persona muy insistente, perseverante, y necesitamos ser accesibles. Estoy convencida de que tarde o temprano tendremos ascensor”.
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