La profunda huella social que marca el trabajo del tercer sector en Cádiz

La Fundación Unicaja organiza por su décimo aniversario una mesa redonda sobre la labor y los retos de cuatro asociaciones en la provincia

La Fundación Unicaja celebra a lo grande en Cádiz su décimo aniversario

De izquierda a derecha, Azahara Gálvez, Manuel Mariño, Javier Gil, Begoña Arana y Mar Barrera, en la carpa de la Fundación Unicaja en Cádiz.
De izquierda a derecha, Azahara Gálvez, Manuel Mariño, Javier Gil, Begoña Arana y Mar Barrera, en la carpa de la Fundación Unicaja en Cádiz. / Jesús Marín

La acción social es un campo apasionante que cuenta detrás con entidades bien organizadas y potentes que igual atienden a personas con una determinada problemática que al conjunto de la sociedad ensanchando su campo de actuación a múltiples facetas. Unas y otras, las específicas y las generalistas, estuvieron presentes en la mesa redonda que la Fundación Unicaja organizó en la tarde noche del pasado lunes en Cádiz con motivo de las actividades programadas para conmemorar el décimo aniversario de la entidad. Alcer, Faem, Cruz Hoja y Hogar Betania protagonizaron un sustancioso coloquio en torno a su labor, los retos y dificultades de su día a día, el siempre espinoso campo de la indispensable financiación, la lucha contra la desinformación y los bulos y la ventana luminosa que se abre hacia el futuro con el uso ético de las nuevas tecnología y la inteligencia artificial.

Participaron en este encuentro, con la batuta de Mar Barrera moderando el diálogo, Manuel Mariño, presidente de Faem; Azahara Gálvez, trabajadora social de Alcer Cádiz; Javier Gil, coordinador provincial de Cruz Roja, y Begoña Arana, directora y fundadora del proyecto Hogar Betania. Así, sus voces sirvieron, respectivamente, para poner rostro y realidad a las personas que sufren una enfermedad mental, a quienes viven aquejados de un grave problema renal, a las personas que en general se encuentran en riesgo de exclusión o, finalmente, a las gentes sin hogar y las mujeres víctimas de la trata y otras formas de explotación.

Estos fueron los representantes en la mesa del llamado tercer sector, expresión en la que se engloban las organizaciones no gubernamentales y sin ánimo de lucro que desde el voluntariado, combinado con la profesionalización de los técnicos, atienden tantas realidades sociales a las que administraciones públicas no son siempre capaces de llegar. En esta línea, precisamente, se mueven algunos de los retos y desafíos que estas entidades plantean respecto a su labor. Javier Gil, por ejemplo, valoró el avance social y político del llamado estado de derecho, pero también resaltó la importancia de que organizaciones del tercer sector sepan adaptarse en el día a día, con su trabajo, a las necesidades de la sociedad.

Manuel Mariño, que representa a una asociación con un ámbito de actuación respecto a sus destinatarios muy acotado, reclamó de las autoridades la existencia de programas nacionales de atención a la salud mental, además de campañas que conciencien a la población. Y la dotación de recursos, la herramienta fundamental para atender a estas personas y, por ejemplo, estar atentos a las nuevas realidades, como el hecho de que la gente joven también demanda atención desde que el covid sacudiera algún que otro cimiento personal y comunitario.

El coloquio afrontó también el asunto de la financiación, la palanca indispensable para activar tantos programas y atenciones. La reflexión caminó por la senda de combinar las ayudas públicas con las aportadas por empresas y otras entidades que, en los últimos tiempos, han desarrollado una mayor sensibilización social, sin olvidar que los dineros públicos deben ser pulcramente utilizados, como señaló Begoña Arana, y que las subvenciones de las distintas administraciones serán cada vez más limitadas y tienen, como es lógico, una fecha de finalización que nunca coinciden, los hechos lo demuestran, con los programas de atención a las personas. Azahara Gálvez recordó que las asociaciones son las que saben "de primera mano" las necesidades más fundamentales de cada uno de los colectivos.

También hubo llamadas como las de Manuel Mariño, que defendió la vigencia de ayudas públicas porque las administraciones "se benefician de nuestra labor", o la reflexión desde Cruz Roja, una entidad de musculatura internacional y con más de siglo y medio de experiencia, de apostar por una triple financiación al 33%: subvenciones, generación de fondos propios por algunas prestaciones y el dinero libre que llega de socios y diversas entidades.

También la inteligencia artificial y el uso de las nuevas tecnologías tuvo su hueco en el coloquio, con un llamamiento a la ética en su uso y con la novedad de contar con aplicaciones capaces de diseñar metodologías certeras de acción social o con programas capaces de recopilar información capital para dar respuestas y servicios muy cercanos a la personalización. Una tecnología que igualmente es importante en el trabajo y la coordinación de los equipos de trabajo y que, en ocasiones, representa un reto para evitar que la sociedad siga ahondando en la llamada brecha digital, un nuevo motivo de exclusión social que se ejemplifica con claridad en la existencia del certificado digital y su indispensable aplicación para tantas tareas administrativas.

¿Y son los gaditanos solidarios? Aunque hubo llamamientos a profundizar en la concienciación de la sociedad respecto a muchos colectivos, como por ejemplo no señalar como un estigma la salud mental de las personas, y para afrontar con seriedad la desinformación y los bulos que desestabilizan tantas labores solidarias, los participantes en este coloquio destacaron la siempre excelente respuesta de los gaditanos hacia las necesidades de las personas con problemas o en riesgo de exclusión. La experiencia del covid o la más reciente tras los efectos de la dana en el Levante español ha demostrado que los gaditanos no dan la espalda a las dificultades de los demás.

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