Cádiz sin Carnaval
La pandemia provoca una suspensión histórica
Cádiz no se quedaba sin Carnavales desde 1947. Hace un siglo, por culpa de la pandemia de gripe española, el gobernador civil también suspendió los festejos
Hosteleros lamentan las cuantiosas pérdidas económicas que sufrirán. En algunos casos reconocen que en Carnaval suman el 30% de su facturación anual
Durante la interpretación del popurrí de la chirigota del Cascana del pasado año un chino salía de debajo del paso con el que parodiaban la Semana Santa gaditana, gran vivero de cargas para la fiesta de Don Carnal. El resto de chirigoteros huía despavorido. ¡Un chinoooo! El Falla estallaba en carcajadas. En el teatro las únicas mascarillas que se veían servían de chuflas, lucían agujeros de queso de gruyere, se colocaban a modo de gorrito, se llenaban de maquillaje... Uy qué miedo, un coronavirus. Mientras Venecia suspendía sus fiestas en Cádiz seguíamos a lo nuestro. Coplas, risas, alcohol, besos en la boca robados en las esquinas, aglomeraciones... Esto es Cádiz y en Cádiz hay que mamar. Milagrosamente el ramalazo de la primera ola apenas se sintió en la ciudad. Nadie se explicaba cómo medio millón de visitantes no habían esparcido el virus de Wuhan. Entonces nadie pensó que un año después ese mismo patógeno dejaría a Cádiz sin su fiesta grande por primera vez desde 1948. Antes, con el estallido de la Guerra Civil, la ciudad estuvo desde 1937 hasta 1948 sin sus festejos. Ese año se organizó un festival donde varios coros cantaron tangos antiguos, con el permiso del gobernador Valcárcel, para levantar los ánimos de una ciudad asolada por la explosión del 47. Era el germen de las Fiestas Típicas y los Carnavales modernos tras la llegada de la democracia. No obstante, hace poco más de un siglo, otra epidemia, la de la mal llamada gripe española, ya obligó a las autoridades a proclamar un bando suspendiendo los Carnavales. El 1 de marzo de 1919 el gobernador civil de la provincia, José Bono Gonzálbez, prohibía la fiestas de Carnaval y justificaba su decisión y la de la Corporación municipal “atendiendo a las anormales circunstancias que atraviesa la ciudad, así en orden a los intereses sociales como en lo tocante a la salud pública”. Aunque, hay que decir, que entonces la globalización no existía y el impacto económico y de promoción de los Carnavales no se parecía ni por asomo al que acarreará la cancelación de este anómalo 2021.
Según diferentes estudios, el impacto económico del Carnaval de Cádiz durante los diez días que duró en 2020 rondó los 20 millones de euros. Las mismas fuentes concluyeron que cada visitante se dejó una media de 300 euros, que se repartieron principalmente entre alojamiento, transportes y ocio. En esta cifra no está incluida el dinero que el sector servicios (hoteles y hostelería principalmente) generó durante la celebración del Concurso de Agrupaciones del Falla. Hay que tener en cuenta que la venta on line ha permitido que cada vez sean más las personas de fuera de la provincia que acuden a las sesiones. Esto hace que muchos decidan pernoctar varias noches en la ciudad, lo que dinamiza la economía de una zona complicada como es el entorno del Teatro Falla. Allí, negocios de restauración logran habitualmente unos beneficios que les permiten afrontar el resto del año con un pequeño colchón.
En 2020 el Concurso, en la modalidad de adultos, arrancó el 20 de enero y la Gran Final se celebró el 21 de febrero. En medio se celebraron 18 sesiones de preliminares, siete de cuartos y cuatro de semifinales. Cada noche cientos de personas en el Falla. Familiares, aficionados, los bares llenos, sin toque de queda, sólo toques de caja y bombo, pasacalles, pizzas entre actuaciones, cervezas para festejar el particular Oktoberfest gaditano, gente en la calle, sinónimo de alegría, de riqueza, de vida durante un mes largo.
Durante el primer fin de semana del pasado Carnaval la ocupación hotelera de la capital llegó casi al 90% (89,53%), según fuentes de Horeca. La afluencia de aficionados se extendió a otras localidades vecinas, ya que en el total de la media de la provincia el porcentaje de ocupación de ese primer fin de semana de Carnaval fue del 86,58. Durante la semana, del 23 al 27 de febrero, la ocupación fue del 71,54 por ciento en la capital gaditana y del 60,45 por ciento de media en toda la provincia.
La coincidencia del segundo y último fin de semana de carnaval con el puente del Día de Andalucía, los días 28 y 29 de febrero, hizo que prácticamente se colgara el cartel de completo en los establecimientos hoteleros de la ciudad. El panorama para este 2021 es diametralmente opuesto.
Y es que la hostelería es otro de los sectores que se va a ver gravemente perjudicado tanto por la cancelación del Concurso del Falla como por la suspensión de la fiesta en la calle. El presidente de Horeca, Antonio de María, asegura que la ciudad puede entrar en una situación de “anemia económica”, ya que va a faltar “dinero circulando por la ciudad” debido a la cantidad de profesionales que se van a ver afectados por esta situación, por lo que se va a producir “un empobrecimiento” de la capital gaditana.
Respecto a los números, De María pone un ejemplo claro de lo que pierde Cádiz sin Carnaval: “Durante el primer fin de semana se calcula que en la ciudad entran unas 400.000 personas. Si todas ellas gastaran 20 euros, ya tendríamos 8 millones de euros que se pierden”. Con todo, precisa que “hay gente que se gasta mucho más dinero porque se aloja en hoteles, gasta en comidas, etc. También hay personas que no gastan nada, pero si vienen solo con una bolsa de hielo y bebidas, en algún lado habrán tenido que comprarlas”. Además, también añade que, para hacerse una idea del movimiento económico que supone para la ciudad, “hay que sumar los 10 días de Carnaval y el Carnaval de los Jartibles”.
Con todo, De María reconoce que “para la hostelería era lo más importante que se hacía durante todo el año, de lo que se beneficiaba todo el casco antiguo”. El presidente de la patronal remarca que el movimiento económico que genera la hostelería “tiene un valor añadido porque todo lo que se consume hay que comprarlo, por lo que de ahí come mucha gente”.
Reconoce el responsable de Horeca que el pasado año “el Carnaval fue una tabla salvadora para la hostelería porque el COVID entró a mediados de marzo y acabábamos de celebrarlo”. Una fiesta de la que se beneficia toda la Bahía e, incluso, Jerez, ya que “hasta allí llegaban autocares de peñas y asociaciones que se quedaban a pernoctar en hoteles pequeños para venir a la fiesta, por lo que se genera un dinero muy repartido”.
De María asegura que, dentro de la economía, todos los sectores que pierden sin el Carnaval acaban conectados con la hostelería. “La situación es complicadísima. Los artesanos no van a poder construir carrozas, los sastres no van a poder hacer los disfraces y, por lo tanto, no podrán comprar las telas, se pierden los maquillajes, no se venden pitos de Carnaval… Todo eso, al no venderse, hace que falte todo ese movimiento económico que luego termina yendo a la hostelería. Si no se tienen esos ingresos, luego no se pueden gastar”, finaliza.
Sobre el terreno, uno de los bares que mantiene una mayor relación con el Carnaval por su privilegiada situación es el Bar Merodio, frente al Mercado de Abastos. Su gerente, Gema Aragón, le pone cifras a las pérdidas que va a sufrir este establecimiento por la cancelación del Concurso del Falla y la suspensión del Carnaval en la calle: “El Carnaval, desde el inicio del Concurso y hasta el Carnaval Chiquito, suele ser más del 30% de la facturación del año”.
Con este dato, Aragón reconoce que “este mes es muy importante para el negocio ya que hace que se compensen los meses malos del invierno y la primavera”, sobre todo porque “el Merodio es muy conocido en la ciudad y fuera de Cádiz como punto neurálgico del Carnaval ya que todo el mundo que viene de fuera para escuchar los coros, a los ensayos generales o para ir al Falla siempre se pasaba por el Merodio para tomar una tapa, raciones, ortiguillas, tortillitas de camarones... Es un golpe grande para las ventas de este año”. De hecho, recalca que “el bar se llenaba todos los días desde que empezaba el Concurso”.
Sobre la situación que está viviendo este negocio, la gerente señala que “estamos en pérdidas desde noviembre. Ahora no llegamos ni a cubrir los gastos mensuales de alquiler, personal, Seguridad Social e IVA”. De hecho, apunta que, si esta situación se alarga, “no podremos resistir”. “Si esto sigue durante seis meses más, lo tendremos bastante difícil para seguir abierto”, resalta, a lo que añade que para mantener abierto el negocio “hemos tenido que prescindir de personal y contar con créditos y con ayudas económicas de la familia. Si no, no habría forma de subsistir a esta situación”.
Con todo, a Aragón solo le queda la esperanza de que “baje la incidencia, que la Junta de Andalucía aumente los horarios de apertura y que la gente venga a consumir más teniendo menos miedo a la pandemia”.
Pepe Ruiz, de Casa Manteca, uno de los sitios más señeros del barrio de la Viña e inevitable lugar de peregrinación de gaditanos y visitantes durante el Carnaval, también relataba sus impresiones ante la suspensión del Carnaval. “Para nosotros, cuando el año es bueno, los ingresos de Carnavales pueden ser aproximadamente el 5% de la venta anual, que bueno, es una cifra importante pero tampoco significativa. Lo que sí es verdad es que el Carnaval te salva el primer trimestre, porque tras las Navidades y los Reyes la gente se retrae en las compras. Es la cuesta de enero pura y dura. Enero es malo y febrero lo salva el Carnaval. En marzo, hasta que no llega Semana Santa, no se anima el turismo”.
“Pero claro -continúa-, si hacemos una lectura de 2020, en el que tuvimos un buen Carnaval y un año muy malo por la pandemia, pues podemos decir que las ganancias fueron de un 20% de la facturación anual, por lo tanto eso salvó el no meternos en una ruina grande, en un boquete. Eso nos ha dado vida. Esa es la lectura que podemos hacer. Este 2021, al ritmo que van los contagios y lo lento que se está vacunando, va a ser chungo, chungo hasta el punto de tener que pedir dinero posiblemente a algún fondo ICO o algo. Para nosotros es muy duro, la verdad”, reconocía.
Y luego está la parte anímica. “Por el estado de ánimo es muy triste. La gente disfruta en Carnaval, hay vida, nuestros trabajadores tienen su buen regalo cuando acaba, que este año no lo podrán tener. Contratamos más gente, siempre hay mucha alegría. Se nota en el barrio. La gente ahora viene al bar pero viene con respeto, que es normal, claro. Falta esa alegría. Este año, con la Filomena sería un año de jartarte de reír con las agrupaciones. A ver si esto acaba pronto y volvemos a reírnos”, concluyó.
Otro de los puntos calientes durante el Carnaval en el ámbito carnavalero es el Bar Ducal, enfrente del Gran Teatro Falla. Francisco Galán, su encargado, considera que la fiesta es “un complemento fuerte” para un negocio como éste, aunque, “gracias a Dios, tenemos la Facultad de Medicina y el verano es bueno”, lo que permite a este establecimiento intentar aguantar los efectos de la pandemia del coronavirus. A pesar de esto, reconoce que “perdemos dinero” por las diferentes restricciones, aunque asegura que “es mejor que perdamos un Carnaval que mucho más tiempo”. “Podemos resistir un año sin Carnaval. Perderemos algo económicamente, pero después llegará el verano y tenemos la Facultad”, se reafirma.
Sí es cierto, tal y como apunta Galán, que durante la celebración del Concurso del Falla “en el bar hay movimiento durante todo el día, ya que desde el mediodía pasa por aquí gente de las agrupaciones, tenemos el almuerzo y por la tarde el cafelito, que no es solo la noche. Además, tenemos la Facultad de Medicina y el hospital de San Rafael, por lo que no se para”.
Entre los efectos que tiene la cancelación del Concurso del Falla, Galán apunta que “en momentos puntuales se contrataba a más gente porque sale y entra mucha gente, y, además, la mañana es fuerte, por lo que necesitábamos refuerzos. Este año nos quedaremos con los que estamos, los fijos y poco más”.
En el otro extremo del casco antiguo, en La Taberna del Anteojo, su propietario, José Ferradans, asegura que la cancelación del Carnaval “supone para la hostelería perder todo el mes de febrero, ya que te ayudaba a salir de un mes de enero que es malo porque la gente sale poco. El Carnaval permitía salvar el mes de febrero y ayudar a enero. Hacía que los negocios respiraran a la espera de que después llegara la Semana Santa y la mejoría del tiempo. Era una tabla a la que nos agarrábamos para salir adelante y empezar mejor el año”.
Respecto a la situación de este negocio en la Alameda, resalta que “no estamos en el circuito del Carnaval, pero con los carruseles de coros en la plaza Mina, tenemos una venta mayor durante los fines de semana, que son muy buenos y nos solucionaban el mes de febrero y ayudaban a las pérdidas de enero”.
Por ello, Ferradans admite que no contar con el Carnaval “supone otra losa más” dentro el contexto de la pandemia del coronavirus, al igual que pasa con la Semana Santa. De hecho, indica que este establecimiento lleva cerrado desde principios de enero “porque para nosotros es inviable mantener el negocio” con las actuales restricciones y las que puedan venir en un futuro, incluido que no se celebre el Carnaval. A pesar de esto, apunta que “el mes de febrero lo tenemos ahí en el horizonte por si mejora la situación y el tiempo acompaña”. Con todo, quiere “dar ánimos a todos los hosteleros que lo están pasando muy mal”.
En resumen. Este año, si alguien pidiera que se construyera una frase triste con sólo tres palabras, la respuesta estaría en boca de muchos: Cádiz sin Carnaval.
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