Honores para el Capitán Veneno
Fallece Juan Carlos Aragón
Miles de personas se acercan hasta la capilla ardiente de Juan Carlos Aragón en el Falla para darle su último adiós
Su familia y los componentes de sus agrupaciones presidieron el duelo
Gran representación de la corporación municipal
Cádiz/Si Cádiz por fin fuera cantón independiente el de Juan Carlos Aragón habría sido un funeral de Estado. El Teatro Falla acoge su capilla ardiente en medio de un ambiente de dolor tan profundo que se ve en los ojos, se oye, se percibe en cada mirada, se hace latente con los lloros apenas contenidos de su gran familia, no solo de su mujer Luisa, o su hijo Juan Carlos con su estoicismo infantil. El resto de su gran familia, su comparsa, su chirigota, rotos, acompañaban al féretro que descansaba en ese Teatro Falla que tantas veces puso a sus pies. Ante los restos del coplero más rebelde, la hermosísima foto que Kiki le hizo al Capitán Veneno.
El pueblo, su pueblo, acudió en masa a darle un último adiós, o mejor un hasta luego, porque Juan Carlos nunca se marchará, es imposible con el legado literario que ha dejado. “Qué mensaje nos has dejado a la juventud. Qué mensaje. Genio entre los genios. Gaditano”. Todo eso y más le dijo uno de los primeros en desfilar ante el féretro provocando la emoción entre los presentes. Un total de 3.364 personas acudieron a la capilla ardiente del Falla para decirle adiós.
Si en un lado estaba su mujer, en el otro se sentaban miembros de la corporación municipal. El alcalde, José María González, incapaz de contener las lágrimas, tanto que no fue capaz de atender a los medios de comunicación en el exterior del Falla. Junto a él, Martín Vila, Juancho Ortiz, Fran González, José Pacheco, Ana Mestre, la ex alcaldesa Teófila Martínez, David Navarro o María Romay. Esta última, desecha en lágrimas no sólo ante la pérdida del autor sino la del amigo, explicaba a una niña pequeña que el hombre que aparecía en la fotografía “ha compuesto unas canciones preciosas, yo te las voy a cantar”.
Fueron muchos los carnavaleros que se acercaron a rendir honores al capitán. Antonio Martín, Vera Luque, Quique Remolino, Ángel Subiela, que acompañó con buena parte de su grupo actual pero también del de siempre, del que le acompañó tanto con Martínez Ares como cuando Juan Carlos decidió dar el salto a la comparsa con aquellos benditos condenaos. A morir que la muerte es un día, a morir que pa eso he vivido, a morir pero con alegría, dejó escrito aquel año mientras el verdugo le ponía la soga al cuello, como uno de los muchos testamentos cantados que nos ha legado.
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