Calaítas de felicidad
Análisis
No recuerdo una irrupción tan estelar de un autor joven en el Concurso del Falla desde que Juan Carlos Aragón dijera aquí estoy yo con ‘Kadi City, ciudad sin ley'
¡Fuera del Falla!
Orden de actuación de las semifinales del COAC 2025
Alejandro Pérez Sánchez. Apúntense este nombre porque no recuerdo una irrupción tan estelar de un autor joven desde que Juan Carlos Aragón dijera aquí estoy yo con ‘Kadi City’. Corría el año 1997 y el futuro Capitán Veneno venía de pisar su primera final con ‘Los guiris’. Atrás había quedado su etapa corista y aquella golfada encantadora que fue ‘Los tintos de verano’, de la que hoy día siguen bebiendo grupos como el de Los Pibes. Aquella noche de febrero habíamos salido de un ensayo de ‘El vapor’ y unos cuantos decidimos darnos una vuelta por el Falla. Fernandi, gran encantador de porteros, nos abrió las puertas del templo gaditano con un conjuro digno de Alí Babá. Nos colocamos en el gallinero y asistimos a un momento que, al menos para mí, marcó un antes y un después en la fiesta. Llego a Kadi City, me dirijo a la Alcaldía... Buena presentación. Pero entonces pasó algo. Si Cádiz por fin fuera cantón independiente, para gobernar una República de barcas, dándole la espalda a su maldito continente, y la dejaran siempre, junto al mar sin tocarla... El pasodoble, que es uno de los que nunca deja de sonar entre mi grupo de amigos cada vez que nos reunimos, nos cimbreó. Ángel, Nandi y yo nos miramos. Serios. “Bueno, pues ya sabemos quién es el que viene detrás de Antonio”, dijimos casi al unísono.
Escuchando a ‘Los Calaítas’ he tenido la sensación de que estaba ante el nacimiento de algo gordo. No es sólo el acierto en el tipo o la interpretación. Detrás de la forma de escribir de Ale se percibe que hay un gran fondo de armario, una cultura y una poesía que no están al alcance de cualquiera. Solía comentarle a Juan Carlos que lo que me maravillaba de sus letras era que parecían salirle a borbotones, que escribía casi como Mozart componía, sin tachones en las partituras, con una rima consonante certera (odio la rima asonante, por si no lo sabían).
‘Los Calaítas’ es una de las mejores noticias de este Concurso. Su compromiso, reflejado en pasodobles con cierto aire juancarlista, intentando combinar la crítica con la guasa, es toda una declaración de intenciones.
La juventud de Alejandro es otro de los factores a tener en cuenta. La precocidad hay que valorarla. Martínez Ares escribió ‘Requiebros’ siendo apenas un adolescente, y desde entonces su crecimiento ha sido siempre incontestable. Este año precisamente, en que su ausencia se cernía como un fantasma de alas negrísimas sobre el Carnaval de Cádiz, se ha producido una especie de efecto rebote en el que autores y grupos jóvenes han dado ese paso adelante que se reclamaba desde muchos sectores.
Porque los brotes verdes no sólo se observan en la modalidad de chirigotas. En un año en el que parece que Bienvenido ha cogido la ola buena, a mí me gusta más la comparsa de Piru y Tomate. Me enamora la presentación de ‘Las ratas’, pero me llegan más los pasodobles de ‘Los del otro barrio’ o ‘El cementerio’, por ejemplo. No comparto esa visión apocalíptica que Bienvenido tiene sobre Cádiz, aunque igual es que como no soy marxista leninista no entiendo un carajo de Carnaval ni tengo derecho a opinar.
Pero más allá de ‘Las ratas’, ojo, que me parece una excelente comparsa que suena a gloria, me ha conquistado este año la comparsa de la Cantera. Es como si, de repente, hubieran madurado varios años. Nunca hasta ahora me había llegado de esa manera. La idea, su desarrollo, la interpretación y la capacidad vocal de sus componentes ha crecido varios enteros. Es una magnífica noticia para la modalidad que sus autores y el grupo entero hayan dado otro paso más hacia el Olimpo del Concurso.
Algo parecido me pasa con ‘El cementerio’, una comparsa muy redonda. Otra magnífica noticia en un año que se antojaba complicado por el descanso de Ares y que está deparando sorpresas y confirmaciones muy agradables.
Por otro lado, pienso que la costumbre de los autores de comparsas de llevar popurrís originales en música y letra es una mala idea. Una cosa es la calidad musical que pueden tener Ares, Aragón o Bienvenido y otra la que alcance el resto. Una cuarteta original puede ser un recurso fantástico, pero tener que componer siete u ocho sin ese talento acaba por ofrecernos piezas monótonas y sin ritmo. No se trata de meter a Karol G, Shakira ni recurrir a Mocedades, pero sí buscar músicas que enriquezcan la letra y no que le reste potencia.
Coros y cuartetos
Siguiendo el Concurso durante estos años, décadas más bien, he llegado a la conclusión de que, a veces, menos es más. Les pongo un ejemplo:el coro que más me gusta este año es ‘El gallinero’. Me parece magnífico en su sencillez. Suena maravillosamente bien, cosa que no puede decirse de todos este año, entre otras cosas porque romper la formación tiene una dificultad mayor en escena. Es más, se puede ser un coro moderno sin tener que montar un musical de Broadway en el Falla. Orquesta, cuerdas de tenores, segundas y bajos, todos juntitos, como si fuera un coro de Carnaval vaya. Todos afinados, entrando a la vez, con alegría moderada. ‘El gallinero’ es un regalo que viene a confirmar que la modalidad tiene futuro y guardianes de la esencia.
Siempre he pensado que uno de los coros más modernos que he visto en mi vida es ‘El callejón de los negros’, y en ningún momento perdió la formación. Esto vale para ‘Los desoterraos’, ‘Tutilimundi’, ‘Takatá’, ‘Watussi’, ‘La tienda la cabra’ o tantos otros. Un coro es un coro. Un coro de Carnaval. Y se puede innovar sin necesidad de perder la estética.
He dejado para el final la modalidad más difícil de este análisis de maestro liendre porque en el reino de Momo los últimos también serán los primeros. Creo que el cuarteto del Gago trasciende la modalidad. No se trata ya de hablar de clasicismo o de repertorio rimado, va más allá. Si el Carnaval es crítica, si de lo que hablamos es de no dejar títere con cabeza, de confeccionar una obra profunda, creo que pocas agrupaciones pueden mantenerle el pulso. La cuestión, además, es que estos sí que demuestran cada año que les importa un pimiento el premio. Que van al Falla a soltar cosas. Las dicen haciendo reír, pero las dicen. Y no les importa perder amistades, que se enfade el Carapapa, que a todo esto es bastante de enfadarse, que se sienta ofendido Pepe Fierro, la mujer de Joaquín o las agrupaciones de fuera. El cuarteto del Gago es un maravilloso embajador del Carnaval de Cádiz y sus fundamentos.
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