Canis SA
Sucesos
La Policía alerta de que tras la mayoría de estafas por internet que se cometen desde la Bahía de Cádiz hay grupos organizados
Destacan la juventud de sus miembros y su alto tren de vida
En la década de los 80 los canis se buscaban la vida pegando tirones de bolsos a señoras emperifolladas y sangrando a otros chavales a los que amenazaban con poner bocabajo hasta que cayera la última moneda que escondieran en sus bolsillos. Era la ley de la selva. Pero los tiempos cambian y ahora sus palos son más sofisticados. Te hacen un bizum inverso y te sacan 500 pavos de la cuenta en menos que mandas un whatsapp. La cuestión es que han abandonado sus partidas de cazas solitarias y se han organizados en manadas de mangantes que desde la Bahía de Cádiz están poniendo en jaque a media España con centenares de estafas. Esta misma semana la Policía Nacional ha desarticulado una de estas redes criminales a la que imputa un sinfín de delitos y ha detenido a 11 personas. De ellas, seis han entrado en prisión para purgar sus culpas. La clave, según la Policía, radica precisamente ahí, en convencer a la autoridad judicial de que estamos ante organizaciones perfectamente organizadas y jerarquizadas y no ante lobos solitarios que realizan estafas de unos pocos cientos de euros al pardillo de turno. En resumen, que esto no es el timo de la estampita ni mucho menos.
El inspector de la Policía Nacional de San Fernando que ha llevado el peso de la investigación reconocía esta semana a este diario que los canis “se han actualizado” y que han aplicado su inteligencia “a la actividad delictiva”. Vamos, que una cosa es que no les guste estudiar la historia de los Reyes Católicos y otra muy distinta que no sean capaces de adquirir los conocimientos necesarios para sacarle los cuartos al prójimo.
Porque la cuestión es que el grueso de esta pandilla de ladronzuelos virtuales son muy jóvenes. “De 16 a 20 años en su mayoría”, comenta el inspector. Aunque tradicionalmente es San Fernando el punto neurálgico de estas estafas digitales, en esta ocasión la operación denominada Gadir ha tenido su base en Cádiz capital. Desde un bazar marroquí situado en la Segunda Aguada se les surtía de los móviles con tarjetas prepagos que utilizaban para realizar las estafas sin dejar huellas en la red. Todos los registros se produjeron en zonas de la ciudad, en diferentes barrios, distantes entre ellos.
El inspector de la Policía de San Fernando con quien conversamos reconoce que las estafas permitían a estos chicos tener un alto tren de vida pero también dar rienda suelta a sus vicios. “Llevaban un tren de vida espectacular, de jóvenes con mucho dinero. No faltaban los cargos en hoteles caros, las prostitutas, las drogas, las motos buenas... En otras ocasiones hemos encontrado también coches de alta gama, pero esta vez sobre todo eran motos”, indica, antes de comentar que en algunas operaciones anteriores han detectado que “hasta se han comprado casas con las ganancias que han ido acumulando estafando al personal”.
El modus operandi de estos canis 2.0 es tan sencillo como peligroso. Se denomina Bizum inverso, y el inspector nos cuenta su funcionamiento. “Se publicita un producto. El malo contacta con el vendedor y le dice que está interesado pero que le va a pagar por bizum. Sin embargo lo que hace es un requerimiento de pago. El dinero sale de la cuenta del vendedor hacia la del malo. Hemos visto casos en que han llegado a sacarles 1.500 euros en diez minutos, porque han repetido la estafa tres veces. Cuando el estafado se da cuenta de lo que ha sucedido se pone en contacto con el malo y le dice que le ha hecho un requerimiento en vez de un ingreso. El otro se disculpa y le dice que ahora mismo lo hace de nuevo; y otra vez hace lo mismo, otro requerimiento. Y el otro pica de nuevo. Así hasta tres veces. Es increíble pero ha pasado”.
En cuanto a las tarjetas telefónicas prepago, en su mayoría se expendían con nombres marroquíes, ficticios en la mayoría de los casos. El propietario del bazar que las vendía ha sido una de las seis personas que ha entrado en prisión de esta red. La Policía piensa que, además del coste de las tarjetas, se llevaba algún porcentaje de los negocios fraudulentos que realizaban gracias a ellas.
El hecho de que muchos de estos canis organizados sean menores de edad no impide que entren en centros tutelados. “Han ingresado en centros de menores, por supuesto, lo que queremos demostrar ante el juez es que estamos ante un modo de vida, son bandas organizadas que no van a parar de delinquir si vuelven a la calle”, dicen desde la Policía.
Desde los responsables de la investigación se pone el acento en otra práctica delictiva muy habitual en esta última banda desmentalada: el robo de recetas médicas. “Algunas de estas personas tienen problemas con las drogas. En una de sus consultas con su doctor le sustrajo su sello, y posteriormente robaron talonarios de recetas. Con esto fueron capaces de ir sacando medicamentos, sobre todo potenciadores de los efectos del alcohol, al mezclarlo con pastillas”.
Reconocen desde la Policía que han recibido cientos de denuncias pero que los estafados podrían ser miles, porque a veces las cantidades son pequeñas y ni siquiera se da parte en comisaría. “Es fundamental denunciar cada uno de estos hechos. Todos son importantes y nos ayudan a demostrar que no estamos ante hechos aislados, sino ante una red organizada, una banda criminal a la que hay que parar los pies”.
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