Pepe Baena: ejemplo a seguir
Arte
El pintor gaditano obtiene el Premio Antonio López en Pinto, Madrid; uno de los muchos de su brillante carrera. Con él se atestigua que la pintura sigue inmensamente viva
Entrevista con Pepe Baena
Que lo artístico es un pozo insondable donde nadie, ni siquiera mínimamente, puede llegar a cubicarse su espacio, es algo que se viene demostrando, sobre todo, desde que Marcel Duchamp creara, en 1917, su icónica “Fuente - Urinario”. Desde aquella genial ocurrencia con la que se ponía patas arriba todo concepto artístico existente hasta aquel momento, cualquier situación puede aparecer –de hecho viene dándose desde entonces– y ser, al menos, tenida muy en cuenta y ser motivo de consideración plástica. Por lo tanto, ahora, todo en la creación artística es susceptible de llegar a poseer un planteamiento que llegue a ser motivo artístico pero, también a levantar las más amplias suspicacias y controversias.
Llevamos más de un siglo de experimentaciones, de logros y de retrocesos, de expectativas y de fracasos, de inquietudes y de malentendidos, de diáfanos horizontes que hacen vislumbrar claras posiciones de verdad y de umbrosos espacios de realidades opacas; desgraciadamente existe mucha falta de rigor; las apariciones novedosas se suceden sin control alguno y los unánimes criterios que pongan y aglutinen se encuentran muy por debajo de las infinitas indecisiones que desvirtúan.
En lo artístico existe, hoy, más páginas de escritura desvaída llenas de faltas de ortografía que cuerdos relatos de buena sintaxis que atrapen la mirada inteligente del lector avispado. Sin embargo, pese a quien pese, a los agoreros derrotistas, a los profetas de la nada, a los visionarios escleróticos, existe una premisa incontestable y una manifestación que no tiene vuelta de hoja: la pintura está viva y su dispar desarrollo asume una realidad llena de la mayor entidad creativa. En los últimos años, la pintura y, especialmente, la pintura figurativa, en sus más amplios y abiertos procesos expresivos, mantiene en lo más alto su estatus de actividad y en absoluta expansión. No tenemos nada más que fijarnos en la gran cantidad de autores adscritos a esta modalidad –muchísimos andaluces y, también, muchos de la provincia de Cádiz– que están dando días de gloria a la pintura española en estos momentos. Hoy se pinta mucho y se pinta muy bien. Sólo hay que ver la pintura de autores de nuestro entorno, Carmen Bustamante, Manolo Cano, Yeyo Argüez, Eduardo Millán, Nacho Estudillo, Antonio Rojas, Javier Palacios, Antonio Lara, Ricardo Galán Urréjola, Rocío Cano, José Antonio Chanivet, Alejandro Botubol, Fátima Conesa, Pablo Fernández-Pujol, Pepe Cano, Cecilio Chaves, Malali Bachiller,, Juan Ángel González de la Calle, Paco Mármol, Ana Barriga... y Pepe Baena, entre otros muchísimos; artistas grandes de una pintura que forma parte de lo mejor de la creación española.
Precisamente un pintor de Cádiz, Pepe Baena, por lo que en muy pocos años ha conseguido –no nos olvidemos que se puso, por primera vez, delante de un caballete hace, apenas, diez años– es digno de mención y de servir como ejemplo para constatar el momento dulce en el que se encuentra la pintura y la pintura que se hace por aquí.
Pepe Baena es un pintor tremendamente particular; lo es porque él es, asimismo, de una forma de ser muy personal. Si el gran Juan Belmonte decía que “se torea como se es”, en Pepe Baena la afirmación del gran diestro nacido en la calle Ancha La Feria y criado en Triana, se confirma de manera inapelable. La pintura de Pepe Baena es Pepe Baena en estado puro. Ha conseguido plasmar lo más íntimo de lo que le rodea, sus circunstancias más felices, sus personajes, sus entrañables acciones. Por sus lienzos no pasa lo grandilocuente; todo lo contrario, su pintura es un relato de intimidades, de sus jocosas situaciones, de entrañables peripecias protagonizados por los seres más cercanos a su existencia cotidiana: sus hijos, lo que éstos hacen, cómo actúan, el colacao y las galletas que se comen, los juegos a los que juegan..., los miembros de su familia, sus amigos los chirigoteros, sus colegas de ensayos carnavalescos...; en definitiva, un mundo feliz, sin aditamentos ni imposturas.
Por eso, la pintura de Pepe Baena ha interesado a propios y a extraños, ha captado la mirada de jurados y se ha hecho infinitamente conocida, valorada y respetada. Algo que se constata en la gran cantidad de premios que lleva cosechados en estos años de creciente actividad pictórica. Como la lista se haría interminable, valgan unos de los más que significativos que el artista se ha llevado hasta su estudio de la calle Cobos de Cádiz: Tercer Premio en el Concurso de Paisaje de Alcalá de Guadaira; Segundo Premio en el Ruiz Golluri de El Puerto; Primer Premio en el Villa de la Rinconada, Primer Premio Ciudad de Melilla; Primer Premio Manuel Cerezo en Villagordo, Jaén; Premio Antonio López en Tomelloso; Segundo Premio en el Gustavo Bacarisas de Gibraltar, Finalista en el Rafael Zabaleta de Quesada, Jaén; Premio Antonio López en Pinto, Madrid y, así, una relación que se hace amplia, edificante y llena de entidad artística.
Pepe Baena es un artista que ha va haciendo a sí mismo, que ha encontrado unos modos especialísimos donde la pintura va asumiendo su eterna realidad. Es un pintor que subraya y dignifica ese momento dulce que atestigua una pintura llena de vida y claro espíritu de futuro. Además, es un pintor en quien confiar porque su trabajo descubre una personalidad artística apabullante y el máximo estamento pictórico de un creador sin complejo alguno.
También te puede interesar