El espíritu de un paisaje bellamente descrito
Crítica de arte
La gaditana Carmen Bustamante expone por primera vez en solitario en Jerez, en la Sala Pescadería, con un poderoso catálogo de buena pintura
La última exposición de Carmen Bustamante en la Fundación Cajasol
Más Carmen Bustamante todavía
Llevo mucho tiempo comentando la obra de Carmen Bustamante. Lo he hecho en innumerables ocasiones; señal inequívoca de que su carrera es importante, de que su trabajo está permanentemente vivo y de que sus comparecencias en salas y galerías de todos sitios son constantes. Sin embargo, es curioso que nunca hubiera expuesto, de forma individual, en Jerez. Sí la hemos visto en alguna que otra muestra colectiva.
Ficha
Carmen Bustamante
Sala Pescadería
Jerez
La última vez fue en la Sala del Diario de Jerez con motivo de la primera exposición después del cierre forzado por la pandemia. Por eso esta exposición de la Sala Pescadería es importante. Primera muestra de ella sola en Jerez en un espacio muy especial donde su obra luce de forma extraordinaria posibilitando una conjunción perfecta entre la propia sala y la espectacularidad de la obra. Una exposición que ha levantado mucha expectación y que ha tenido una amplísima respuesta en el público. Es normal siendo la pintura de Carmen Bustamante un absoluto goce para los sentidos porque su nombre forma parte de la historia artística más inmediata de la provincia Cádiz y, por extensión, de una Andalucía donde es conocida, valorada y respetada.
Su clarividencia pictórica, su pulcra manifestación plástica y, sobre todo, su lenguaje particular e intransferible, hacen de Carmen Bustamante una de las referencias más importantes que existen en nuestra zona. Su personalísima manera de interpretar la realidad, la serenidad en la representación, el perfecto entramado plástico, la adecuada y exacta estructuración pictórica y las formas indiscutiblemente equilibradas en fondo y forma, patrocinan una pintura tan personal que podemos llamar, sin caer en modos exagerados, pintura a lo Carmen Bustamante. Es artista de raza; artista total; de una conciencia creativa portentosa; es sabia hacedora de una pintura que no ofrece duda; una pintura que atrapa las miradas más exigentes; las que necesitan sabios y convincentes postulados para aceptar las propuestas; es artista de artistas; pintora de luces claras, de perspectivas diáfanas, de horizontes límpidos, de mentalidad abierta.
Carmen Bustamante es una gran pintora, su trayectoria lo atestigua y eso, todos cuantos acuden a contemplar su obra, lo saben. Sus playas, sus paisajes marítimos, sus arenas y dunas dejan bien a las claras una autoría que no ofrece duda. Se trata de una pintura atractiva, sin trampa ni cartón. Pero, la aplastante figuración de esta artista encierra muchas más circunstancias que pueden pasar desapercibidas a una simple mirada. Su pintura relata los esquemas de lo real pero, también, aquellos otros que permanecen más ocultos; modela los esquemas realistas resaltando la expresión de los elementos, cincela la luz que incide sobre la arena, sobre la mínima espuma que deja el agua al retirarse; estructura los límites del paisaje sin afectación, sólo marcando el valor de lo que sirve para ilustrar. Y, además, suspende toda la exuberancia de lo virtuoso para dejarnos únicamente con la bella pátina que moldea la realidad, esa que abre las compuertas de la emoción, que realiza la narración de los elementos paisajísticos para llevarnos a otros horizontes menos prosaicos y de mayor espiritualidad.
En la exposición, con sólo 17 piezas, el espectador se encuentra con un catálogo poderosísimo de muy buena pintura. El personal paisaje de la artista desentraña toda su poderosa función plástica y estética. Es el lenguaje único de una artista que, como he escrito en innumerables ocasiones, no pasa desapercibido para nadie. Es la estética Carmen Bustamante; esa pintura definitiva donde todo responde a un claro concepto artístico; un concepto que descubre una realidad perfectamente definida sin efectismos, sin dudas, sin imposturas ni poses; con la pincelada, casi invisible, capaz de alterar la propia visión del que contempla. Porque es autora de un felicísimo paisaje; ese paisaje donde la escueta espuma sobre la arena mojada, el espacio eternizado de las dunas, las diferentes emociones que produce el mismo lugar a distintas horas, la realidad abocada a un abstracto contenido en la plasmación de un minúsculo rincón playero, la esencialidad del gesto, la abrumadora exactitud de una pincelada… Asuntos todos que llevan a emocionarnos ante una pintura que descubre a una artista creadora de un estilo personal, único y lleno de emoción; marchamo de calidad con la pintura descubriendo su más feliz argumento.
La pintura de Carmen Bustamante no deja indiferente; impacta por los modos y por las formas, atrapa el contenido y el continente y abre los máximos horizontes en una contemplación que te hace sumergir en nuevos esquemas de una realidad que ella tan bellamente estructura. La pintora gaditana nos vuelve a inundar de intimismo, de cercanía y de claridad; sabe plantear el matiz exacto del color, la intensidad extrema de la luz, el efecto mágico de un reflejo, el pausado movimiento de una leve brisa y, todo, en ese alambique de imposibles donde se cuece la magia de una pintura que es grande de principio a fin.
No me resisto a terminar con las frases que cerraban el catálogo de la muestra y que he tenido el honor de escribir: “A Carmen Bustamante su pintura la define como gran artista. Ella ha roto con las diferencias innecesarias que tanto daño han hecho al arte de este siglo. Con ella la modernidad y la tradición han perdido sus fronteras estancas para patrocinar una única realidad, la del arte total, la de la creación y la obra absoluta donde no existen entidades diferenciadoras. Su pintura es tan de hoy como eternos son sus postulados. Es una obra sin tiempo, sin edad y, mucho menos, sin complejos. Por eso, su pintura atrapa la mirada, asume la suprema realidad que ilustra y abre nuevas perspectivas, especialmente, emocionantes. Estamos ante una pintura que es, al mismo tiempo, un supremo gozo para los sentidos. Una pintura que atrapa, que llena, que satisface... que emociona”.
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