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Las imágenes de San Mamés, santo de Aroche

Imagen antigua de San Mamés

Imagen antigua de San Mamés / M.G. (Huelva)

La incontenible carrera de los tiempos hace que la iconografía de San Mamés haya ido variando como consecuencia de los avatares históricos. Numerosos agentes destructores han incluso interactuado para que cada imagen tuviera su certificado de caducidad, entre ellos los insectos o las adversas, a veces, condiciones climatológicas pero también el hombre. A estas alturas todavía no hemos sido capaz de dilucidar la procedencia de San Mamés, que muy bien pudo venir del Norte, donde tiene gran devoción, en zonas asturianas, gallegas, leonesas, logroñesas, sorianas o aragonesas, pero también de Extremadura donde hay estribaciones montañosas con ese topónimo o quizá de la Sierra de San Mamede en el Alentejo portugués.

A los historiadores nos gusta más la épica y tendemos a pensar que lo trajeron los pastores de la Mesta en bestias hasta su primigenia ermita en la dehesa de Cortedelana, hoy término del Rosal de la Frontera, la cual se encuentra actualmente derruida y abandonada.

Si hacemos descansar su llegada en la Edad Media la primigenia escultura de San Mamés debió de ser una imagen de estilo románico arcáico, como nos ha apuntado el historiador corteganés de la Universidad de Sevilla y gran conocedor de la historia religiosa arochena, José María Sánchez. Debió entonces llegar a la ermita de repoblación con planta de herradura construida en la frontera por españoles y portugueses. Faltan fuentes fidedignas y a veces se dispara la imaginación cuando se fecha su construcción en el siglo XIII, podemos sin embargo decir que durante el siglo XVI ya se hacían romerías y contaba con un coso para echar toros.

A principios del siglo XVII dependía de la iglesia de Fiscalho, pueblo fronterizo hoy de Portugal, y en sus alrededores se realizaba una romería de arochenos, santabarberos, rubiatos, cerreños y portugueses de Fiscalho y Serpa. En estos momentos barrocos la imagen fue cubierta con tela encolada.

Tenemos que dar un salto cronológico hasta 1751 y bucear en el Archivo del Arzobispado de Sevilla, en concreto en el llamado Priorato de Ermitas, para exponernos que la talla era una imagen de vestir, contando con dos túnicas, una amarilla y la otra de tela encarnada, y tres capas, blanca con flores, de tafetán blanco y encarnada con punta de oro.

A finales del siglo XVIII como consecuencia de la disminución de las rentas de la ermita, las refriegas fronterizas entre españoles y portugueses y la ruina del edificio se aconsejó su traslado a Aroche. Llegó a la Iglesia prioral de Nuestra Señora de la Asunción en 1785, siendo llevada con posterioridad a la ermita de San Pedro de la Zarza cercana a la ribera de Chanza.

También contamos con un grabado o estampa de José F. Fonseca que representa al milagroso niño “San Mamed” que se veneraba en la ermita de San Pedro de la Zarza, extramuros de Aroche, por devoción del padre Felipe Salgado quien lo dedica a su Real Monasterio de San Gerónimo en Madrid. Y una pintura entelada que se encontraba en el antiguo retablo que tenía San Mamés en su vieja ermita.

En las pinturas del siglo XIX la imagen de San Mamés todavía tenía las telas encoladas. Es a principios del siglo XX cuando el arqueólogo y erudito sevillano José Gestoso Pérez se las quita apareciendo la talla original en un intento de devolverle la imagen medieval. Esta escultura es la que saldrá en romería hacia los Llanos de la Belleza por primera vez en 1923.

En agosto de 1936 elementos descontrolados de los partidos de izquierda profanaron los establecimientos religiosos de Aroche y de resultas de ello le decapitaron la cabeza a San Mamés, enviando muchas imágenes a un horno de ladrillo del Llano de La Torre para ser quemadas. Y como si fuera un milagro del Santo mártir no lo pudieron perpetrar por dos circunstancias, porque se encontraba en su interior un cocido de ladrillos y por la pronta llegada de las tropas golpistas llamadas popularmente “Nacionales”.

Según la relación de sucesos de Manuel Suárez Cáceres (1938) que figura en libros del Archivo Parroquial de la Iglesia prioral de Aroche, la imagen del Santo fue llevada al templo. Tras la Guerra Civil y al no poderse encontrar la cabeza, se optó por buscar alguna de santos que tuvieran la misma proporcionalidad, siendo la de Santa Justa o Santa Rufina las escogidas, las cuales contaron con una ermita muy cercana del pueblo, en el callejón de las Santas junto al Ventorro. Los avatares pasados por la imagen dieron lugar a una cierta restauración durante el año 1941.

A finales del siglo XX la imagen permanecía a los pies de uno de los altares de la Iglesia prioral donde recibía culto y devoción, abandonando el lugar para celebrar procesión o romería. A principios del siglo XXI, en concreto en 2002, la imagen estaba muy deteriorada, siendo de líneas sencillas y cuyo plegado rígido del manto le proporcionaba un gran hieratismo. Era por tanto una escultura de bulto redondo de 81 centímetros de altura, sobre peana exenta de 30 centímetros de altura por 40 centímetros de ancho en su base octogonal. La imagen de culto tenía rasgos en su rostro de candidez y ternura. Los cabellos largos de tonalidad oscura y los pies descalzos, en su mano izquierda llevaba un libro y una vara de pastor en la derecha, portando corona.

La talla de madera dorada y policromada sobre estuco tradicional a base de cola de conejo y sulfato cálcico mostraba estofado en tono verde en las vestiduras y pardo rojizo en el manto. El estado en el que se encontraba era de gran deterioro, con múltiples grietas, pérdida de uno de los dedos de la mano izquierda, desgaste de policromía, deterioro de la peana, etc. Fue entonces cuando la Hermandad de San Mamés decidió su restauración para lo que contó con los servicios de Jesús Mendoza e Inmaculada Garrido que la restauraron en su integridad. Se limpió la superficie, se consolidó la madera, se estucaron las grietas y las zonas donde se había perdido la capa. Finalmente, se reintegró la policromía y se le dio barniz para conseguir una mayor protección.

Actualmente la imagen del Santo, en buen estado de conservación, permanece todo el año en la ermita de San Pedro de la Zarza, aunque todos la llaman ya de San Mamés, para regresar al pueblo días antes de salir en romería hacia los Llanos de la Belleza. Estamos ya próximos a ese momento para seguir constatando que este santo se ha convertido en un hecho identitario indeleble que retrata muy bien a todos los arochenos.

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