La Casería, la historia interminable del 'paraíso' de San Fernando
¿Por qué seduce tanto la playa de La Casería? Los 59 expedientes de desalojo promovidos por Costas contra las ocupaciones ilegales han desatado un amplio rechazo. Tiene su explicación:
San Fernando/Un sitio genuino, auténtico, un paraíso a la vuelta de la esquina, una seña de identidad del barrio, parte del patrimonio de La Isla... Son solo algunos de los términos que más se han utilizado esta semana para referirse a playa de La Casería, que se ha visto sacudida por los 59 expedientes de desalojo que ha lanzado la Demarcación de Costas en Andalucía-Atlántico para eliminar todas las ocupaciones ilegales que se asientan en zona de dominio público marítimo terrestre.
En este rincón de San Fernando hay dos historias que contar: la de los negocios de hostelería y las casetas de pescadores que se reparten por el borde litoral desde tiempos históricos y la del proyecto de regeneración de este espacio público, que se remonta dos décadas atrás en el tiempo y que ha sido igualmente objeto de una azarosa historia. Ambas han chocado estrepitosamente esta semana tras conocerse los planes de Costas.
El proyecto de regeneración de la otra playa isleña -la hermana menor de la playa de Camposoto- supone acabar con la pintoresca y apreciada estampa que este rincón de la Bahía gaditana brinda a isleños y foráneos, al menos tal y como se concibe hoy. Y eso, de entrada, ha despertado un amplio rechazo. Se han empezado a recoger firmas a través de Change.org y vecinos de La Casería y, en general, de toda La Isla han empezado a movilizarse y han lanzado un SOS para evitar que se pierdan los dos restaurantes que existen a pie de playa y los singulares casetas de colores. La alcaldesa, Patricia Cavada, ha terminado por pedir que se paralice todo en busca de consenso y el lunes está prevista una reunión entre el responsable de la Demarcación y el subdelegado del Gobierno para reconducir el tema en busca de soluciones menos perjudiciales para los afectados.
Entre ellos, claro está, están los dos negocios: la Cantina del Titi-El Bartolo y el merendero La Corchuela. El primero está en la playa desde hace más de 80 años, siempre en manos de la misma familia, como recuerda su responsable en la actualidad, Reinaldo Muñoz: "Aquí estamos desde siempre", afirma. "Esto lo compró una tía mía en 1934", apunta también su tío, Bartolo, la persona que da su nombre actual al establecimiento y que se ha llevado toda la vida allí. "Y aquí seguimos", constatan. El segundo de los establecimientos, en manos de la familia Muriel desde la década de los 90, también tiene su historia: data de los años 50 del pasado siglo.
Claro que no siempre ha sido así, como ahora. La fama y creciente popularidad de estos modestos locales son mucho más recientes y se remontan a principios de la década pasada, cuando se redescubrió el gancho que tenía la zona y el encanto único de este enclave con vistas a la Bahía. El sitio seduce a muchos por su belleza: un entorno natural excepcional, puestas de sol impresionantes, gastronomía y platos típicos de la zona, terrazas en la misma playa donde es posible pasar tardes y noches de verano sentados tranquilamente junto al mar, charlando con los amigos, tomando alguna copa después de cenar e incluso mojándose los pies cuando sube la marea (algo que muchos consideran parte del encanto del sitio)...
Aunque gusta, sobre todo, ese matiz de autenticidad que se desprende del viejo barrio marinero, con sus casetas de pescadores pintadas de colores y los locales a pie mismo de playa, que tanto cautivan y fascinan a quienes visitan por primera vez La Casería. Eso explica su amplia aceptación, a pesar de que se trate -como advierte Costas- de ocupaciones ilegales en zona de dominio público. Y también el rechazo que ha despertado el desalojo y derribo que pretende llevar a cabo Costas e, incluso, la espontánea movilización que se llevó a cabo el pasado viernes.
"Esto está de moda", apunta Reinaldo Muñoz, que recuerda que además la zona se ha mejorado y adecentado en estos últimos meses. "Mueve a muchísima gente", constata. En su negocio trabajan unas 15 personas, aunque en verano superan la veintena. Su local -insiste- cuenta con una concesión para poder desarrollar su actividad, que además fue renovada hace un año. De hecho, le han llegado dos notificaciones de Costas por las casetas que tiene para guardar sombrillas y otros enseres del negocio pero no por el restaurante en sí. Con todo, muestra su preocupación con los planes de Costas. No entiende que un proyecto de regeneración implique obligadamente la desaparición de los negocios a pie de playa cuando llevan toda la vida allí y cuando, además, a la gente le encanta tal y como está. "Si se toca ya no sería lo mismo", advierte. Su propuesta es la misma que han lanzado distintas voces en estos días en favor de un proyecto "conciliador" que, lejos de desalojar las ocupaciones actuales, abogue por su mejora y por su legalización.
Costas descarta "actuaciones urbanizadoras" en la zona
Y frente a todo esto está el proyecto de regeneración de la playa de La Casería, una historia que desde luego da para mucho. Porque el tema -como otros tantos que La Isla arrastra desde hace años- se remonta a mediados de la década de los 90 y ha ido saltando de campaña en campaña electoral sin que a la postre se haya hecho absolutamente nada en la zona. Hasta ahora...
En su día, lo hizo el PA. Pero luego, sobre todo, el PSOE. Y hasta el PP. Todos han hablado, defendido e incluido en sus respectivos programas de gobierno esta actuación que suponía una transformación radical de la zona, no solo por lo que implica la regeneración de la playa y del borde litoral en sí, sino también porque el proyecto -al menos, tal y como estaba concebido originalmente- contemplaba la ejecución de un paseo marítimo por todo este espacio hasta llegar al cementerio de San Carlos (el popularmente mal llamado cementerio de los ingleses), un enclave protegido expresamente en el PGOU y catalogado como BIC desde el año 2012 (forma parte del conjunto de bienes relacionados con Las Cortes de 1810 y la Guerra de la Independencia) que se pretendía transformar en una zona verde visitable para rematar el recorrido por esta franja de la Bahía.
Claro que la actuación que ahora mismo planea Costas no es tan ambiciosa como aquella y, de entrada, descarta toda actuación urbanizadora en el entorno; algo que dos décadas después resultaría hasta chocante dada la enorme sensibilidad que existe con respecto a la protección del borde litoral, del paisaje natural y la lucha contra el cambio climático.
Patricio Poullet, jefe de la Demarcación de Costas en Andalucía-Atlántico, ha afirmado en declaraciones realizadas a este periódico que el proyecto que ahora mismo se está terminando de redactar contempla una intervención "blanda" en el sentido de que se elimina esa actuación urbanizadora que hace dos décadas -en los tiempos en los que se construyeron las torres de La Casería- se pensaba acometer en estos terrenos.
Eso sí, aboga por la recuperación de todo el borde litoral y por la regeneración de la playa de La Casería incluyendo el aporte de arena -tan necesario- y la adecuación de un sendero de tierra que discurra por la zona incluyendo el mobiliario e infraestructuras acordes con el entorno natural.
Claro que para llevar a cabo este proyecto de regeneración de la playa se considera necesario despejar toda la zona y derribar las ocupaciones ilegales que se asientan en el mismo borde del litoral, algo que todos los partidos que han hecho bandera de la actuación en uno u otro momento conocen de sobra.
Que aquí no hay nada nuevo es, de hecho, una expresión que se ha repetido mucho en estos últimos días por todas las partes, por más que ahora -ante la inminente amenaza del desalojo y derribo de las casetas y construcciones- haya aflorado un amplio rechazo ciudadano ante unos planes que otrora se aplaudían.
Según el responsable de la Demarcación, para dotar a esta actuación de consignación presupuestaria con cargo a los fondos de Costas -trámite que podría llevarse a cabo en 2021- hacen falta dos cosas con antelación: tener el proyecto redactado y el terreno totalmente disponible y libre de ocupaciones ilegales. Luego llegaría la licitación y posterior adjudicación de las obras y el consiguiente inicio de los trabajos unos meses después.
La historia (interminable) del proyecto de La Casería
Existe un primer proyecto para la regeneración de la playa de La Casería que Costas -tras años de gestiones políticas previas por parte del Ayuntamiento- encargó a finales de 2003, cuando todavía era alcalde Antonio Moreno (PA). Durante 2004 se llevaron a cabo estudios previos en la zona y se concluyó su redacción en 2005. Se anunció incluso entonces que el proyecto tendría consignación presupuestaria para el año siguiente. De ese anuncio se ha cumplido ya quince años sin que se haya movido un dedo.
De hecho, en 2006, con Manuel María de Bernardo (PA) en la Alcaldía, se esperaba que se pusieran en marcha los trámites administrativos previos a la licitación. Así se comprometió Costas con el Ayuntamiento isleño en una reunión "decisiva" en la que se acordó también dar prioridad a otras actuaciones que estaban pendientes como la recuperación de los molinos de mareas de Caño Herrera y del Zaporito y la terminación del sendero del Carrascón dejando en un segundo término La Casería.
Así que el proyecto, 'sacrificado' en favor de otras actuaciones, entró en un absoluto silencio durante varios años. En enero de 2011, pocos meses antes de las elecciones municipales y con José Luis Rodríguez Zapatero en el Gobierno, el PSOE desempolvó el expediente para situarlo entre las prioridades de su programa electoral e, incluso, anunció con un pretendido golpe de efecto su inclusión en el próximo plan de inversiones de Costas. Fue uno de los proyectos estrella con los que el candidato, Fernando López Gil, se presentó a las municipales. Se hablaba ya entonces de incluir una adenda al proyecto, de aportar hasta 30.000 metros cúbicos de arena a la playa y de un presupuesto que superaba los 2,6 millones de euros. Ahí se quedó todo. El candidato socialista, consciente de que la actuación planteada suponía la eliminación de las casetas y construcciones, llegó incluso a pedir al Ayuntamiento que cediera suelo para reubicar estas instalaciones en el mismo entorno.
En 2013, el PA insistió de nuevo en el proyecto a través de una moción que debatió en el pleno y propuso que se afrontara la regeneración en varias fases para garantizar su viabilidad, habida cuenta del coste al que asciende el proyecto de La Casería. También el PSOE lamentó posteriormente en reiteradas ocasiones el olvido al que había sido relegado este proyecto de Costas desde que el PP accedió al gobierno central.
Cuando llegaron las siguientes elecciones municipales, las de 2015, fue el PP -con Mariano Rajoy en el Gobierno- el que esta vez echó mano al proyecto de La Casería. Durante la campaña en la que José Loaiza aspiraba a la reelección, los populares anunciaron una nueva revisión del proyecto que se estaba llevando a cabo para introducir una serie de mejoras -entre ellas, enlazar el paseo marítimo con la zona patrimonial de Punta Cantera- y un impulso decisivo que permitiría una próxima licitación de los trabajos. Y de nuevo todo se quedó ahí.
Patricia Cavada, alcaldesa desde 2015, nunca ha renunciado al proyecto de regeneración de la playa de La Casería, que además ha defendido e incluido también en sus propuestas de gobierno. Al menos hasta esta semana, en la que ha exigido que se paralicen los expedientes de desalojo; una decisión política alentada por el amplio rechazo que han causado los expedientes de Costas. La regidora apela al consenso y a la negociación y asegura no compartir la manera en la que se ha procedido, sobre todo cuando ni siquiera se cuenta todavía con un proyecto y para la puesta en marcha de las obras queda mucho por delante.
Su reacción puede efectivamente llegar a salvar las casetas y los negocios de la playa pero también corre el peligro de asestar un golpe mortal al proyecto de regeneración después de dos décadas de trámites, promesas y esperas.
Eso sí, en los últimos años, el proyecto ha estado muy lejos de ser una cuestión prioritaria y prácticamente se daba por perdido. Si acaso se hablaba de él cuando tocaba valorar los presupuestos de turno y, por consiguiente, las ausencias e inversiones pendientes. De ahí la sorpresa que han causado los 59 expedientes incoados por Costas.
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