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San Fernando/Torre Alta, la antigua torre vigía que se ubica en el recinto del Real Observatorio de la Armada (ROA), ha vuelto a abrir sus puertas tras más de dos años y medio cerrada para acometer la segunda fase de su rehabilitación. Esta semana recibió las primeras visitas guiadas, que de momento se llevarán a cabo cada viernes en dos pases matutinos (a las 10.00 y a las 11.00 horas) hasta el próximo 17 de septiembre.
La propuesta, que forma parte también de las actividades ofertadas por la Oficina de Turismo para el verano, se suma a esas 'joyas' del patrimonio histórico que la Armada atesora en San Fernando que se han convertido en uno de los grandes atractivos turísticos y culturales de La Isla: el Observatorio en sí, el Panteón de Marinos Ilustres y el Museo Naval habilitado en la antigua Capitanía, principalmente.
Aunque la visita a Torre Alta, emplazada en el punto más elevado de La Isla, cuenta también con el indiscutible plus que suponen las impresionantes vistas a la Bahía que brinda desde su última planta, como pudieron comprobar este viernes los primeros grupos que arroparon esta reapertura de las instalaciones.
Esta histórica torre almenara –una atalaya que se remonta a la época bajomedieval y que servía como punto de vigilancia marítima y defensiva y para transmitir señales visuales a otras construcciones similares– abrió sus puertas en noviembre de 2017 tras completarse los trabajos correspondientes a la primera fase de su rehabilitación, que permitieron ya atender a las primeras visitas en grupo –con gran éxito, por cierto– durante los meses siguientes.
En su apertura tuvo mucho que ver el especial interés que había mostrado el Ayuntamiento de San Fernando por conseguir que este edificio, dado su indiscutible atractivo y su importancia histórica, pudiera abrirse a visitas y formara parte así de la oferta turística de La Isla. De hecho, este compromiso de la Armada se vinculó también a una operación urbanística que, gracias a la cesión de parte de un vial, favoreció la integración del nuevo edificio de la hora construido en el recinto del ROA.
En octubre de 2018, no obstante, la Armada anunció el cierre de Torre Alta de manera temporal para retomar los trabajos y afrontar la segunda fase de la rehabilitación. Así que desde entonces –y hasta el pasado viernes– ha estado cerrada. La pandemia y sus consecuencias, evidentemente, también han retrasado esta reapertura y el regreso de las visitas guiadas.
Los últimos trabajos que la Armada ha llevado a cabo en Torre Alta se han centrado en la recuperación de las dos plantas intermedias del edificio, la iluminación exterior y la mejora del acceso a la azotea. Queda aún pendiente, no obstante, su musealización, que también está ya proyectada y en marcha. De hecho, las plantas intermedias están vacías de contenido todavía.
La primera fase –la que se acometió en 2017– permitió la rehabilitación de la fachada, de la escalera interior de caracol y de la exterior, el arreglo del entorno que rodea al inmueble, la intervención de la planta baja y la recuperación de la azotea, con sus impresionantes vistas a la Bahía.
Torre Alta cuenta con una altura de 18 metros a partir de la planta baja (22 desde tierra ya que se asienta sobre una base piramidal) y los primeros datos concretos que se tienen de ella –un acta notarial que se encuentra en el Archivo Histórico Provincial– se remontan a 1524. Por sus características arquitectónicas, no obstante, la torre se enmarca en la época bajomedieval, fecha en la que este tipo de construcciones –las torres almenara o torres vigía– eran ya utilizadas para poner en práctica un ingenioso sistema de señales (fuego, humo, banderas...) que fueron evolucionando con el paso del tiempo y que permitían contactar con edificaciones similares levantadas en otros puntos. La de La Isla, de hecho, enlazaba directamente con la que existía en Torregorda, la del Castillo de Sancti Petri y con la Torre Tavira.
Las guías Cristina Pita y Cristina Jaén son las encargadas de contar a los visitantes la historia y curiosidades de Torre Alta, que pasó a manos de la Armada cuando ésta se hizo con los terrenos para afrontar la construcción del Observatorio en 1791. Entre los requisitos que el segundo conde de Torre Alta puso a Mazarredo para que se pudiera levantar el Observatorio –explican– se incluía el compromiso de no derribar la citada torre vigía, a pesar de que eso era precisamente lo que la Armada quería hacer para levantar en este punto el edificio dedicado a la observación astronómica. El caso es que la torre, ya en manos de la Marina, siguió sirviendo como punto de comunicaciones y enlace con otros puntos del territorio.
Este sistema de comunicaciones que se venía utilizando desde la Edad Media había demostrado su eficacia –especialmente en caso de amenaza y peligro inminente, como son las incursiones por mar– al propiciar una cadena de transmisión rápida entre estos puntos estratégicos.
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