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Los incansables 27 años del comedor El Pan Nuestro

Comedor Social de San Fernando

El comedor social cumple 27 años de solidaridad con las personas sin recursos

Hoy seis trabajadores y 35 voluntarios atienden a 22 familias y 35 personas que comen allí diariamente

Los incansables 27 años del comedor El Pan Nuestro / Nacho Frade

San Fernando/La labor del comedor social El Pan Nuestro se contabiliza en datos, números. El de las familias y las personas que atienden diariamente, el de sus voluntarios, trabajadores y sus socios; y el las ayudas y subvenciones económicas que reciben. Pero sobre todo su labor se mide en solidaridad, humanidad y conciencia, la que llevan demostrando incansables 27 años.

La entidad atiende en la actualidad a 22 familias que acuden diariamente a recoger las raciones de comida y de media por el comedor pasan entre 30 y 35 personas. "Este mes de octubre estamos pasando de los 40, no sabemos si la situación se va a alargar a noviembre", comenta Joaquina Luna, presidenta de El Pan Nuestro, que sabe que a medida que se acerca la época de Navidad el número de familias aumenta porque también les aportan una bolsa con productos especiales para esos días. "Pero es algo circunstancial", aclara.

En el día a día, el comedor se esmera para ofrecer un menú variado, con buenos guisos. "Es comida bien condimentada, sabrosa, contundente, que se hace con mucho esmero y muy completa", describe, sobre el primer y segundo plato que dan cada día, más la fruta. Ayer, con el comedor de fiesta por su 27 aniversario, se preparó menudo y carne mechada, además de fruta, zumo y unos entremeses de jamón y queso. "Ponemos de todo: arroz, patatas con carne, cocido de judías verdes y calabaza, lentejas, habichuelas, pescado frito, sopas de pescado que les salen riquísimas", dice sobre las preparaciones y sobre las cocineras.

La cocina trabaja con una lista de menús que siguen habitualmente, en el que se tiene en cuenta qué se ha preparado los días anteriores para no repetir. A veces, por la falta de algún ingrediente tienen que recurrir a otra cosa. "O no teníamos pensado poner pescado, pero nos llaman y nos dicen que tienen tres cajas de boquerones y ese día se ponen", detalla Luna, que habla de una de las formas que tienen de obtener los víveres.

La donación de algún negocio es una de ellas, también la aportación del Banco de Alimentos (proveniente de las recogidas o de la Unión Europea). Por supuesto, realizan grandes compras. "Tenemos un presupuesto muy alto, para fruta, para carne. Una olla de carne con patatas puede llevar de 12 a 15 kilos", apunta Joaquina. A eso se suman los avisos de algún decomiso de pescado, "y vamos a donde haga falta"; lo que les dona Carrefour o cuando tienen que recoger fruta del huerto de Madre Coraje.

Un usuario del comedor de El Pan Nuestro. / Nacho Frade

Por eso ha sido tan importante la rápida reacción a su petición de una furgoneta nueva. "Desde enero veníamos arrastrando problemas con la paquetera. Solicitamos ayuda a Diputación y a La Caixa, pero estamos pendientes de respuesta. Para arreglar la nuestra necesitamos 1.000 euros y no disponemos de ese dinero. Por eso se hizo el llamamiento y agradecemos el detalle, más rápido no podía haber sido", reconoce la presidenta del comedor social sobre la donación de Alfonso García-Mayor de Londoño, propietario del Bodegón de Andalucía. Sin furgoneta no podían funcionar. "Es nuestras manos y pies", señala de manera muy gráfica.

La implicación de la sociedad siempre es bien recibida por esta entidad que se sustenta con los aportes de los socios y con subvenciones. "Son unos 400 socios, aunque no todos son efectivos siempre. A veces hay devoluciones de recibos, gente que no puede abonarlo algún mes, bajas por fallecimiento –porque algunas familias siguen con la colaboración y otras no–", explica Luna sobre el mayor aporte económico que reciben. También tienen ayuda del Ayuntamiento; y de la Junta de Andalucía, "aunque este año la subvención de la Junta ha dado un bajón muy grande", advierte.

Las cocineras y voluntarias del comedor de El Pan Nuestro, ayer en la cocina. / Nacho Frade

Toda merma es percibida en las cuentas de El Pan Nuestro, que mes a mes tiene que afrontar el pago de nóminas (son seis trabajadores), recibos (agua, luz), butano, mantenimiento o seguridad. Junto a las donaciones particulares puntuales, matiza la presidenta, también tienen la ayuda trimestral de La Caixa, que se mantiene fiel.

La otra pata que sustenta el comedor son los voluntarios, entre 30 y 35 personas que se reparten en turnos por día de 3 o 4 personas, como Mari Carmen. "Vine hace 27 años y me encantó. Todos los jueves estoy aquí, esto no hay quien me lo quite", dice contundente. Con sus compañeras ha colaborado en la cocina, en preparar las bandejas, en dar la comida a las familias y en hacer los bocadillos que luego dan a quienes comen en las instalaciones. Como Carmen, Miguel Ángel o Juan Jesús, que agradecía la labor del Pan Nuestro, tanto del comedor como del ropero que le nutre de ropa limpia.

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