San Fernando disfruta hoy de la Noche del Baile con cuatro jóvenes talentos de la tierra

Abrirá la cita en el auditorio del Parque María Jesús Ramos y seguirán, por este orden, Daniela Muñoz, María Guerrero y Paula Sierra

María Jesús Ramos, Paula Sierra, Daniela Muñoz y María Guerrero (de i. a d.) posan en la Escuela Municipal de Música.
María Jesús Ramos, Paula Sierra, Daniela Muñoz y María Guerrero (de i. a d.) posan en la Escuela Municipal de Música. / Juan Antonio Sánchez Bernal

Cuatro jóvenes bailaoras de San Fernando, cuatro promesas del baile flamenco, se suben esta noche al escenario del auditorio del Parque en la velada que organiza Flamenco La Isla. Ellas, María Jesús Ramos, la Niña; Daniela Muñoz, María Guerrero y Paula Sierra, abrirán –en ese orden, media hora cada una, y desde las 22.00 horas– la Noche del Baile que contará con otros artistas andaluces.

Sus edades van desde los 13 añitos de Daniela a los 24 de María, pasando por los 17 de María Jesús y los 21 de Paula, de las que Javier Fernández, Chico, responsable de la promotora, destaca el buen momento profesional o artístico que viven, con un verano cargado de eventos. "No me he quitado los tacones en todo el año", señala de manera muy gráfica María Guerrero, que en julio llegó de Madrid –a donde marchó para estudiar en el Conservatorio tras su paso por la institución en Cádiz–. "Sí, yo no he parado el verano", se suma Daniela Muñoz, mientras María Jesús Ramos asiente. "Las vacaciones, en septiembre, que tengo un fin de semana libre", añade Paula Sierra.

Este trajín pasa factura, a pesar de su juventud, a todas. Los pies sufren, las rodillas sufren. "El cuerpo sufre, los huesos... la cara con el maquillaje, el pelo", describe Guerrero. "Tengo una rodilla que si hago mucho esfuerzo me molesta", pone de ejemplo Sierra. Por eso, piensan en ir al podólogo o al fisio cuando la exigencia de las actuaciones se aplaque. Eso para el cuerpo, porque la mente también se fatiga. "Porque somos super exigentes. Queremos ser perfectas", admite María.

Lo sabe porque para la cita de esta noche en el Parque Almirante Laulhé ha ensayado con Paula, un día solo, dada la agenda apretada que tienen. "Pero todas hemos pensado con antelación qué vamos a bailar, qué vestuario vamos a llevar", aclara. Daniela, la más joven de todas, también le ha dedicado un día. María Jesús esperaba hacerlo el día antes de la actuación (ayer). Aunque "ensayamos todo el año", reflexiona Paula con toda la razón.

La cuatro hablan tras una mañana intensa en la primera de las dos clases magistrales que ha ofrecido, dentro de la programación del festival La Isla Ciudad Flamenca, el maestro Javier Latorre en la Escuela Municipal de Danza. "Ha estado muy chula, con mucho trabajo de pies y brazos", detalla la benjamina, que se ha formado en la Academia de Baile de las Hermanas Vélez. "Me ha costado un poco", reconoce Paula, que según Chico Fernández tiene un estilo "puro, del que se busca en el flamenco". Frente a eso, María ha estado más cómoda al ser danza española, "que es mi especialidad", aclara. María Jesús también ha disfrutado mucho.

Cada una vive a su manera la espera para la actuación de esta noche, que supone "poner lo nuestro sobre un escenario grande, porque si no, nadie lo pone", defiende el responsable de Flamenco La Isla, que barajó para la Noche del Baile traer a un bailaor o bailaora medianamente conocido y que finalmente hizo esta apuesta "para que pongan los ojos en lo nuestro".

Ramos refleja en su cara el nerviosismo que tiene ante la velada. Muñoz, por el contrario, se siente tranquila, acostumbrada a estar ante tanto público. "Se hizo conocida al participar en un programa de televisión, Got TalentGot Talent, donde se atrevió a bailar un martinete, seguramente lo más puro que hay", comenta Chico Fernández. "Pero los nervios son bonitos. Te está temblando todo y luego se pasa. ¡Que no se pierdan!", exclama María Guerrero. "Quieren decir que te importa lo que vas a hacer. Y mira que está ese momento de cómo empezaba la música, qué paso era el que iba en...", reconstruye Paula Sierra.

Estas bailaoras, unas con más trayectoria y otras con menos en el mundo flamenco, llegaron a este arte por caminos parecidos y con sus familias implicadas. El abuelo de Paula era palmero y le tocaba las palmas y le cantaba desde muy pequeña. "Empecé a bailar a los tres años", afirma, aunque su madre creía que iba a ser cantaora. En el caso de María Jesús Ramos, la Niña, que ya bailaba con dos años y medio fue su bisabuela: "Jugaba conmigo. Me tocaba las palmas y movía las manos y los brazos con ella. Y me apuntaron a la academia". "No faltaba a un recital de baile en la Venta de Vargas y nos llamó mucho la atención", desvela Chico. El padre de Daniela es "camaronero", "muy camaronero", y le metió el gusanillo en el cuerpo, aunque fue su abuela la que dio el paso y la apuntó a clases. Para María fue algo distinto, porque en su casa no había nadie aficionado al flamenco, "yo era más coplera", pero a los 6 años empezó a bailar. No fue hasta los 16 años que se decidió y el baile se convirtió en algo más que un pasatiempo.

Todas se recuerdan con tacones, "eran las 24 horas del día con ellos puestos", recupera Sierra; y "con las flores en el pelo", continúa vistiendo la escena María Jesús; "yo cogía las guindas de un cesto de frutas y una toalla y dos pinzas como bata de cola", matiza Guerrero. "En las casetas de la Feria, con los tacones y el traje, yo jaleaba", completa el cuadro Daniela.

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