Las tortillitas, Camarón, el flamenco... Y el legado de María Picardo
Hace más de cien años la Venta de Vargas comenzó una historia que ha conquistado a todos por el paladar y por sus cantes
Se vende una leyenda: la Venta de Vargas
San Fernando/La historia de la Venta de Vargas da para mucho. Hasta para montar un musical que se estrenó en el Teatro de las Cortes en la pasada celebración del Día del Flamenco. Ahora, por cierto, el espectáculo vuelve al principal escenario de San Fernando a petición popular e incluido en la programación de la nueva temporada de Cultura.
Hace 104 años que comenzó la historia con Catalina Pérez, una gitana de Alcalá de los Gazules que vivía en Cádiz. Por entonces, en 1921, se llamaba la Venta Eritaña. Aunque el negocio no se asentó por completo hasta que su hijo, Juan Vargas, regresó de la guerra en 1937, donde había sido cocinero de Mora-Figueroa. Fue entonces cuando se le puso el nombre de Venta de Vargas.
María Jesús Picardo, con la que contraería matrimonio al cabo de varios años de relación, convertiría el establecimiento en el negocio próspero que llega hasta nuestros días y en el que puede decirse que nació la tortillita de camarones, "tal y como la conocemos hoy". Pero también los guisos, la berza gitana o el rabo de toro –recetas que Catalina se había traído de la Sierra y que no se estilaban en la Bahía– se hicieron tremendamente populares.
María, "una gran luchadora", siguió llevando las riendas de la Venta de Vargas tras el fallecimiento de su suegra (1972) y de su marido (1975). Y, al no tener descendencia, vendió el negocio a sus dos sobrinos, José y Lolo Picardo, antes de fallecer. Murió en 1986 pero en la Venta de Vargas no hay día en el que no se la recuerde. "Hoy, precisamente, es su cumpleaños", recordaba ayer Inma Picardo. Y de ahí, la historia de la Venta salta ya a la generación actual, la de los hijos de José y Lolo, a los que precisamente hace poco se les recordó con un emotivo homenaje.
El flamenco, pieza esencial en la historia de la Venta de Vargas, estuvo también presente desde el principio. Juan, de hecho, cantaba y era familia de cantaores. Y por lo que cuentan, lo hacía bastante bien. Así que el establecimiento isleño se convirtió en el escenario predilecto para el flamenco de cabales: "Se cantaba a cambio de una propina", explica Lolo Picardo. El negocio, de esta forma, se llenaba de flamencos cada madrugada, a ver qué tal se daba la noche. Entre ellos, ese niño gitano rubio al que llamaban Camarón. Esa circunstancia brindaba un ambiente que se ha convertido en una de las grandes leyendas que arropa a la Venta de Vargas.
Una cantera, "como con los equipos de fútbol"
"Cuando abrieron los tablaos en Madrid, Barcelona, Sevilla, Málaga... Venían a la Venta a buscar cantaores. Esto se convirtió en una cantera, como con los equipos de fútbol", explica Lolo Picardo. "Caracol –que era muy amigo de Juan Vargas– se llevó a Madrid a Chato de la Isla, a Pansequito, a María Vargas... A Camarón –el desencuentro que tuvo con Caracol es otra de las leyendas de la Venta– se lo lleva Miguel de los Reyes para Málaga, que fue el primer sitio donde actuó por primera vez (profesionalmente) y con una autorización porque todavía era menor. Ahí es donde empieza la historia".
Pero la Venta –defiende Lolo Picardo– ha mantenido siempre esa vocación de cantera del mejor flamenco. "Esa historia ha seguido luego con Sara Baras, con Niña Pastori... Y hasta recientemente: Sara se ha llevado a dos artistas del musical de la Venta, que también son habituales de este escenario: a las bailaoras María Guerrero y a Elena Arias. Así que al final la Venta sigue siendo un escaparate para todos los flamencos".
Y en pos de esa autenticidad flamenca acuden a la Venta en peregrinación infinidad de aficionados procedentes de todas partes. No hay día que no abran las puertas en el que no se pase alguno deseando curiosear por las numerosas fotografías y recuerdos que se exhiben en sus paredes y que siempre han cumplido esa función de museo, antes de que se inaugurara pared con pared el centro de interpretación de Camarón de la Isla y también ahora.
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