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Jesús Navas: Crónica del giro de la pesadilla al sueño

Jesús Navas juega con el balón observado por Sergio Ramos.

Jesús Navas juega con el balón observado por Sergio Ramos. / Juan Carlos Vázquez

La pesadilla comenzó en el Sevilla-Cádiz. Las lágrimas de Jesús Navas no hacían presagiar nada bueno. Por la cabeza del hombre-mito del Sevilla pasaban los demonios de un dantesco adiós. A la mañana siguiente saltó la primera bomba de este bombardeo informativo que ha sufrido el sevillismo en los últimos tres días: Jesús Navas anunciaba su adiós del club de su vida prácticamente al tiempo que se conocía que Quique Sánchez Flores no seguiría. Luego continuó en la duermevela de la medianoche del viernes al sábado.

Después de informaciones que pretendían excusar al club y que indicaban que había una oferta del fútbol árabe como para convencer al más leal -no a Jesús Navas, que no todos los futbolistas son iguales-, y que el jugador había reconocido ante la plantilla que había empezado a tomar la decisión en enero, el palaciego, impelido sin duda por su entorno, sacó un comunicado atroz: una andanada a la línea de flotación del comité de dirección del club. Pero José María del Nido Carrasco salvó su primer gran match ball como presidente y recondujo la situación. Jesús Navas será siempre del Sevilla.

No podía ser lo que estaba sucediendo. Sevillistas con 50 años de socios o más prometían romper su carné. La mayor leyenda del Sevilla, el hombre de todos los récords, el jugador que mejor representa los valores futbolísticos y humanos de la cantera y del club, el jugador de los ocho títulos y los cerca de 700 partidos -que ya superará seguramente porque esta temporada se quedará si juega los dos últimos en 690- no podía irse por la gatera y entre lágrimas de rabia e impotencia. De pronto, el sevillismo, el más viejo y el más nuevo, se quedaba sin su gran referencia, el icono con el que identificarse en un club que ha ido perdiendo figuras en las que mirarse. Con lo importante que es la identificación en un club de fútbol.

La carta que publicó a medianoche Jesús Navas causaba dolor y estupefacción y dejaba a los pies de los caballos al presidente a toda la cúpula del Sevilla. “Ni yo mismo me lo creo. Pero es así como se ha dado. He leído que dicen que la decisión la tenía tomada desde hace tiempo, pero, con todo respeto, no ha sido así”, decía. “Mis compañeros me preguntaban y les decía que para mí era una locura lo que estoy viviendo. Sólo porque entiendo que no puedo ver así a mi Sevilla”, continuaba. Y ahí ya entraba en su crítica directa a la directiva: “No ha habido ninguna llamada, ninguna, de quienes debían proponer mi continuidad. Pero todavía es más doloroso afrontar que después de comunicarlo (su adiós) no hubo un ‘espera, vamos a verlo”. Un terremoto tremendo.

Pero dejaba una puerta abierta por la que entró de lleno Del Nido Carrasco para invitarlo a reconducir la situación. Y así lo hizo el presidente, con reflejos y tino. ¿Tarde? Quizá... Rectificar es de sabios, dicen.

El departamento de comunicación del Sevilla convocó de madrugada la comparecencia del dirigente para la mañana del sábado. Y en sus primeras palabras ya se intuía que su intención era darle un golpe total de timón a la endiablada deriva que había tomado este embrollo para convertir la pesadilla en sueño, la tempestad en marejada. “Si yo me siento con Jesús un minuto, Jesús y yo reconducimos esta situación y desde aquí le ofrezco un contrato vitalicio para que juegue en el Sevilla hasta que él quiera y, cuando quiera colgar las botas en el Sevilla, trabaje en el Sevilla de lo que él quiera hasta el último día de vida de Jesús Navas, porque se merece estar en el Sevilla el tiempo que quiera”. Taxativo, rotundo. Era su única salida.

Del Nido Carrasco supo meterse por la rendija que dejó abierta el palaciego. “Como el pasado es pasado y en el fútbol y la vida el pasado no vale y si fruto de que no fuera suficientemente clara mi comunicación -el compromiso que adquirió en otoño con los capitanes para contar con ellos en el nuevo proyecto- y con la alegría de que en el comunicado de Jesús dice que no tiene ningún acuerdo con ningún club y que no es ningún problema económico y sabiendo que Jesús es sevillista y que nos enfrentamos a un verano de reconversión que ya dije que me recordaba al previo del título de Turín (...) digo que Jesús Navas es una pieza clave porque es parte del Sevilla Fútbol Club en ese proyecto de reconversión”.

“Si hablamos cara a cara mirándonos a los ojos en un minuto lo arreglamos”, reiteró. “Me gustaría que estuviera en el Sevilla hasta el resto de sus días como le trasladé en dos ocasiones y como hago público hoy para que no haya malos entendidos”, añadió Del Nido Carrasco. El dirigente sevillano había explicado que en dos reuniones que tuvo con los capitanes y pesos pesados del equipo en noviembre y diciembre (Jesús Navas, Sergio Ramos, Rakitic, Fernando, Ocampos y Gudelj) anunciándoles que contaría con ellos como pilares para el proyecto de su presidencia, que tomó el 1 de enero de 2024, había adquirido el compromiso moral de renovarles los contratos. Y que los emplazó a que concluyese la convulsa temporada para ello una vez lograda la permanencia. Ahí llegó el malentendido, según el presidente sevillista. La permanencia llegó, el Sevilla no se jugaba ya nada y Jesús Navas seguía sin recibir la llamada esperada.

Pero a mediodía de ayer eclosionó la solución positiva, para Jesús Navas el primero porque en el entrenamiento su cara era de un poema trágico, una desgarrada elegía. Estaba hundido. También para el propio Sevilla y, sobre todo, para José María del Nido Carrasco, al que se le había echado encima todo el sevillismo. Gran parte de él todavía no comprende cómo se ha llegado a esta situación, cómo ha habido tres días de pesadilla con un cruce de comunicados en un margen de diez horas entre la medianoche y la mañana del sábado.

Todo se arregló después del entrenamiento. Jesús Navas y el club comunicaron que tras la charla cara a cara había acuerdo: el palaciego cumplirá 39 años jugando en el Sevilla pues renovará hasta diciembre de este año, momento en el que colgará las botas y se retirará en el club de Nervión como había soñado. Y luego quedará vinculado trabajando como embajador de su club o representante de su cantera. Lo que consensúe con la directiva. Y además los últimos meses jugará gratis pues él mismo prometió en su nota que su sueldo irá para una fundación -al menos una parte, el todo es imposible por ley-. Que todos aprendan la lección. Empezando por la dirección del club. ¡Uf, qué alivio!

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