Negro sobre negro

Susana Martín Gijón: “Escribir esta novela ha sido como viajar en el tiempo”

Susana Martín Gijón posa delante de una réplica de un galeón español del siglo XVI.

Susana Martín Gijón posa delante de una réplica de un galeón español del siglo XVI. / Emilio Morales

Susana Martín Gijón ha dado un giro de timón en su carrera. Durante dos años ha aparcado a su inspectora más icónica (Camino Vargas, protagonista de novelas como Progenie, Especie o Planeta) para enfrascarse en un proyecto tan atractivo como absorbente. El resultado es La Babilonia, 1580, una novela histórica con mucho suspense ambientada fidedignamente en la Sevilla que llegó a ser puerta de las Américas, desde donde partía la flota de las Indias y adonde volvía cargada de riquezas. Esta semana la autora sevillana ha hablado con este diario.

–En la introducción de la novela explica cómo encontró un manuscrito que está en su origen. ¿Eso fue tal cual o más bien un guiño a esas novelas de caballeros andantes?

–Es más un homenaje que hago a la tradición del manuscrito encontrado en la literatura. Sí, es un guiño a todos esos autores de novelas de caballería que siempre se topaban con alguno. A Miguel de Cervantes por supuesto, a Humberto Eco con El nombre de la rosa y a tantos otros. Así que me dije, ¿por qué no? Pues yo también me voy a encontrar un manuscrito. Ellos lo utilizaban casi de parapeto en aquellos tiempos, pero en mi caso sirve para visibilizar a una escritora que considero no ha pasado a la historia de forma inmerecida y que incluso debía aparecer en los libros de textos, por el calado de su prosa y de su talento. En mi caso no es un manuscrito anónimo sino que, como después vamos a descubrir, tiene nombre y apellido en la persona de esta escritora del Siglo de Oro que yo he querido visibilizar.

–¿Es el trabajo más duro al que se ha enfrentado?

–Sí, con diferencia, porque han sido dos años de estudio, de investigación, en los que he vivido en el siglo XVI. Me metía y salía para las necesidades básicas del XXI y luego regresaba. Han sido muchos meses de sumergirme todo lo que he podido. Me trasladé a Sevilla porque quería localizar los espacios de los que hablo en la novela. Quise localizar donde estaba el hospital de Bubas en ese año de 1580, o dónde estaba el Convento de las Carmelitas Descalzas que fundó Santa Teresa de Jesús, y que tuvo tres emplazamientos; quería recorrer el trazado de la antigua mancebía sevillana, del que ya, obviamente, no queda ni rastro; di con una réplica de un galeón como La Soberbia que aparece en la historia y me enrolé a navegar unos días con los marineros, haciendo el viaje de Vigo a Bilbao y comprobando cómo era la vida en esos navíos inestables, cuyos maderos crujen hasta el punto que de noche parece que se te van a caer encima… todo para que me llegaran esas sensaciones y poderlas transmitir al lector. En conjunto ha sido un viaje en el tiempo bastante intenso.

–¿Cómo nace en su cabeza ‘La Babilonia, 1580’? Porque pasa de la novela negra más pura con su grupo de homicidios a un proyecto de novela histórica con suspense.

–Llevaba diez novelas ya ambientadas en la actualidad y me apetecía, tras las tres últimas entregas de la saga de Camino Vargas, salir de la zona de confort. A los escritores nos gusta afrontar retos ambiciosos. Como he sido muy lectora de novela histórica entendí que había llegado el momento, y la elección estaba clara, porque Sevilla es mi ciudad escenario, una de las que mejor conozco, y el periodo de mayor esplendor era esos finales del XVI cuando ya llevaba décadas con el monopolio del comercio de las Indias, había multiplicado su población, se había enriquecido, y me permitía hablar de todas esas riquezas pero también de toda la desigualdad y la miseria que trajo pareja. De ahí la brecha que se observa, ese pillaje, esa población que vivía acampada esperando un pasaje para una vida mejor y todas las formas de supervivencia, a veces feroz. Es por eso que aparecen las mansiones palaciegas con sus nobles, que tienen un lugar en la historia, pero yo quería que primara más la vida de la gente de la calle, de la mayoría de la sociedad. Y el año concreto de 1580 fue a raíz de descubrir hechos que van casando muy bien con la historia. Por ejemplo, en ese año a la priora letrera, a esta amiga favorita de Santa Teresa, la acababan de restituir en el cargo tras acusarla dos veces la Inquisición de manera injusta, una vez llegó a estar encarcelada. Esta trama que va a salpicar a su convento me venía muy bien para la novela. Ese personaje real quería incluirlo.

–Aunque el personaje principal es Damiana es una historia muy coral. Desde la priora de la que habla hasta el padre confesor, el inquisidor, el noble corrupto, el capitán mayor o ese zambo cuya transformación es una de las cosas que más interesantes me han parecido en la trama.

–Por ese personaje del que hablas, Gaspar, el zambo, no me han preguntado hasta ahora en ninguna entrevista, pero es verdad que a mí también me gusta mucho, porque ahí se traslada esa dominación masculina.

–Podríamos decir que es un caso de violencia de género en el Siglo de Oro, ese repugnante si no eres para mí, no serás para nadie.

–Absolutamente. Ahí también hay un guiño a Cervantes, con esa locura que le entra cuando lee esa novela de caballería, de Amadís de Gaula, y de alguna forma se imbuye de todo eso y se cree en el uso de la razón, que la mujer tiene que corresponderle y ser de su propiedad.

“Llegué a navegar de Vigo a Bilbao en un galeón del XVI para saber qué se sentía”

–¿Se ha encontrado durante este proceso de investigación tan duro alguna historia que le haya impresionado?

–Quizá lo que he sido es más consciente de la vida de entonces que, creo, todavía lastra un poco a la sociedad que tenemos hoy día. La violencia, el salvajismo, que entonces estaba más naturalizado, como vemos en el primer capítulo, donde prácticamente se monta una gran celebración, con gente viniendo en masa a Sevilla, para ver un auto de fe en la que se va a quemar a gente. Estos días aún se celebran maltratos públicos a animales. O la doble moral de la hipocresía, la corrupción, la violencia contra las mujeres, la desigualdad, ese yugo que había sobre ellas, esa jaula en la que estaban encerradas tomaran el camino que tomaran, ya fuera la iglesia o el matrimonio, eso aún llega a pasar hoy día. Quizá esa desigualdad existente en Sevilla ha lastrado hoy en día a la ciudad que sigue siendo, con esos barrios que se encuentran entre los que tienen una renta per capita más baja de España. Quería escarbar en esa época para intentar comprender un poco el presente.

–Aunque de manera muy velada hace alusión a esa lucha entre Sevilla y Cádiz por el monopolio del comercio con las Indias, por acoger la Casa de Contratación.

–También quería hacer el guiño a Cádiz en un año en el que, todavía quedaba mucho para que la flota acabe arribando a Cádiz y no a Sevilla, pero sí que quería hablar de esa hipótesis entonces. En esa época era inimaginable y pocos años después ahí lo teníamos.

–¿Volverá a enfrascarse en un proyecto parecido a este o retomará el personaje de Camino Vargas?

–Me atraen las dos cosas. Las sagas policiales actuales, el grupo de homicidios de Sevilla me permite ahondar en temas que me preocupan como ciudadana, como el cambio climático, el maltrato animal, que igual no te llegan de otra forma. A mí me gusta hacer esas exploraciones, pero con esta novela he disfrutado mucho, a pesar de que ha sido duro. Pero me ha dado mucho igualmente, he notado un crecimiento como escritora y no descarto volver a esta etapa o incluso alguna otra. Aunque ahora esté agotada, no lo descarto.

–Entonces tiene una idea de hacia dónde van a ir sus pasos.

–Lo próximo que viene es una nueva entrega del grupo de homicidios sevillano. Voy a regresar a la actualidad con otro tema que también tiene mucho para reflexionar y volveré a comienzo de 2025, aún queda claro, porque estoy ahora con la promoción de este libro, pero recuperaré a Camino pronto.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios